Olofin el Orisha supremo habitaba en el reino de los cielos, desde su palacio velaba por la felicidad de todos sus hijos a los que procuraba según el merecimiento de cada cual.
Por este motivo recibía en su casa a muchos de sus descendientes, los que lo adulaban sin parar, ofreciéndole falsas muestras de cariño y consideración.
El padre los creía sinceros y fieles a su palabra, hecho que se encontraba muy lejos de la realidad, pues estos eran en su mayoría hipócritas, envidiosos y egoístas.
Pataki de cuando Ejiogbe demuestra a Olofi el engaño de sus hijos
En cierta ocasión cuando los súbditos estaban rindiendo excesiva pleitesía a Olofin uno de sus hijos llamado Ejiogbe, se percató de lo que sucedía y trató de alertar a su padre para que no siguiese viviendo engañado.
Olofin ofendido le dijo a Ejiogbe que como era posible que él opinase así de sus hermanos, por lo que se disgustó con él y se negó a querer seguir escuchando tantas calumnias.
Ejiogbe no había quedado satisfecho con la respuesta que le había dado su padre por lo que a menudo insistía con el mismo tema.
Una mañana, cansado de tanta controversia Olofin expuso ante todos, el pensamiento de Ejiogbe por lo que preguntó a sus hijos si lo que planteaba su hermano era cierto o falso.
A lo que estos respondieron que lo amaban incondicionalmente pues sabían que su mandato era para su felicidad.
Ejiogbe busca pruebas para mostrar la verdad a su padre
Cuando todos se retiraron Ejiogbe volvió a comunicarle a Olofin que no estaba de acuerdo con lo planteado pues si entre ellos eran malos y se dañaban, como iban a poder venerarlo de esa forma a usted, por lo que juró buscar pruebas para demostrarlo.
Al día siguiente cuando algunos de los descendientes de Olofin fueron a adularlo como de costumbre Ejiogbe preparó una canasta llena de dinero y oro.
Antes de que todos se pusieran de rodillas para adorar al padre, Ejiogbe lanzó el dinero hacia Olofin y tuvo que apartarlo rápidamente, pues la muchedumbre enardecida con tal de agarrar el dinero y el oro iba a aplastarlo.
Estos se empujaban entre sí, llegando a pelearse por ver quien había recolectado más riquezas.
«Olofi otorga a cada cual lo que se merece»
Entonces a Olofin no le quedó más remedio que aceptar que muchos de sus descendientes poseían defectos, que eran avariciosos y egoístas y serían capaces de hacer lo que fuese por dinero.
Entonces cambió su perspectiva de la vida y comenzó a dar a cada cual solo lo que verdaderamente merecía.