
Ta’ Julián fue un esclavo africano llevado a la Nueva España alrededor del año 1600. Lo destinaron a las haciendas cañeras en La Habana, donde intentaron forzarle a vivir como una bestia de carga. Pero él no aceptó esa condena. Fue un cimarrón, como se les decía a los hombres y mujeres esclavizados que huían en busca de libertad y dignidad.
No solo escapó: inspiró a otros a rebelarse y construyó un pequeño asentamiento libre en las montañas de Pinar del Río (provincia en Cuba), donde vivió como hombre libre. Fue un hombre fuerte, decidido, desconfiado, pero con una inteligencia brillante y una capacidad inmensa para influir en los demás. Su espíritu sigue siendo eso: libre, sabio y rebelde.
Su origen espiritual y su fuerza
Como siempre digo, esta espiritualidad se me ha presentado así, tal cual te lo cuento hoy.
Ta’ Julián nace en el Congo. Muchos lo tienen en su cordón espiritual, pero no todos lo han visto con estas características. Desde pequeño, recogía palos en el monte y conocía cada uno de ellos; tenía visión, curaba con sus manos. Era un negro robusto y de baja estatura, y cuando baja a la Tierra, lo hace con gestos intensos, un lenguaje que no siempre se entiende, y una energía arrolladora.
Es un espíritu bruto, reservado, desconfiado, pero muy protector. Ama profundamente a sus hijos hombres, pero con nosotras, las mujeres, es especialmente paternal, y a veces hasta marital. No hay hombre que haga sufrir a una hija mujer de Ta’ Julián, porque él se lo hará pagar.
¿Cómo se presentó Ta Julián en mi vida?
La primera vez que se me presentó Ta Julián no fue en un sueño, sino en una misa de investigación espiritual. No lo esperaba. Se manifestó con fuerza, con presencia. Luego volvió a presentarse en otras misas, siempre dejando señales.
Al principio no lo tomé en cuenta, pensaba que era una energía pasajera… hasta que un día, en un cajón al muerto, llegó sin previo aviso.
A partir de ahí, su presencia se hizo más fuerte. Aparecía en mi casa, en mi habitación, incluso un día lo sentí muy cerca entre mi esposo y yo. Sentía claramente su energía. Fue muy intensa su llegada. No era miedo lo que sentía, era una mezcla de desconcierto, respeto y conexión profunda.
Con el tiempo, esa intensidad se fue suavizando, pero él no se fue. Solo aprendí a convivir con su energía, a reconocerla y a recibir su guía.
Hoy, incluso, cuando Ta Julián quiere manifestarse con fuerza, siento un olor muy fuerte a sudor en mi axila izquierda. Y ya sé: es él, diciéndome que está presente, que algo necesita o quiere decirme.
El día que Ta Julián se me reveló en un sueño
Una de las apariciones más fuertes fue en sueños. Lo vi corriendo por la espesura del monte, huyendo de una cuadrilla de hombres con perros.
Recuerdo que se desnudaba y decía riéndose: “Así no me huelen”. Esa risa aún la tengo grabada. No era miedo lo que transmitía, era astucia pura. Con el tiempo, entendí que no era un sueño cualquiera. Él venía a mí para quedarse.
Sus costumbres, lo que le gusta y su energía
Ta’ Julián se me presenta como un hombre fuerte, de cabello rizado, ojos determinados, y con vestimenta adaptada al monte. Siempre predomina el verde oscuro en su presencia, un color que habla de naturaleza, tierra y resistencia.
Ama el aguardiente con miel y naranja, el café fuerte, la caña de azúcar y masticar hojas de tabaco. También fuma mucho, prepara sus propios tabacos y trabaja profundamente con plantas, sobre todo con la planta llamada: itamorreal, que solía pasarse por los ojos como un acto de visión espiritual y protección.
Lleva una pañoleta verde amarrada al cuello, símbolo de su fuerza y protección. Si le prometes algo, te sugiero que pagues tan pronto veas su efecto. Es un espíritu que no olvida, y lo justo para él es lo justo para ti.
Un espíritu celoso, sabio y fiel
Ta’ Julián no llegó a mi vida de forma sencilla. No fue un sueño tras otro. Fue un proceso largo, de muchas misas de conocimiento, de escuchar susurros, sentir apariciones, experimentar sensaciones que no puedo explicar con palabras.
Recuerdo claramente el día en que me mostró una parte de su historia más dolorosa. En una rebelión, fue alcanzado por el fuego y quedó quemado del lado izquierdo del rostro. Cuando me lo reveló, sentí un ardor inexplicable en ese mismo lado de mi cara. Fue su forma de decirme: “Esta es mi verdad. Esta es mi historia”.
Al inicio, fue muy celoso conmigo. No me dejaba tranquila. Quería que lo escuchara, que lo sintiera, que lo reconociera como el guardián que siempre ha sido para mí. Y lo logré. Hoy puedo decir que es uno de los pilares espirituales más importantes en mi camino.
Lo que he aprendido de él
Con Ta’ Julián he aprendido el valor de la resistencia, la sabiduría que nace del dolor, y la conexión con la tierra y la naturaleza. Él me ha enseñado a desconfiar con razón, a observar antes de actuar y a no rendirme ante nada ni nadie.
Este mundo espiritual es muy amplio, y aunque llevo años caminándolo, aún siento que solo he descubierto una parte. Pero sé que, con él a mi lado, no estoy sola.
¿Sientes que un espíritu fuerte te acompaña?
Si crees que tienes a alguien como Ta Julián cerca de ti, si has sentido sueños, señales o intuiciones que no puedes explicar, tal vez sea momento de escucharlos. Te invito a escribirme, a compartir tu experiencia o a consultarme si necesitas claridad espiritual para darle fuerza a ese poder que te acompaña.
A veces, solo necesitamos alguien que nos ayude a interpretar lo que el alma ya sabe.
Escríbeme y descubramos juntos el mensaje que tienen para ti.
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