Orula es considerado el primer profeta del mundo, consejero de Olofin y de Olodumare que ayuda al desarrollo de la Tierra y de los hombres. Su nombre, Orunmila, significa “solo el cielo conoce quiénes se salvarán”.
Es una de las divinidades más veneradas del panteón yoruba, mítico adivino y de las más importantes figuras del culto yoruba traído de África.
Orula es también la representación de la sabiduría y la razón, las buenas decisiones, y gran benefactor de la humanidad y su permanente consejero.
Es el Orisha de la adivinación que sincretiza con la figura católica de San Francisco de Asís, de ahí que se celebre en su mismo día de conmemoración, el 4 de octubre.
Pero según cuentan muchas leyendas, Orula también tuvo sus defectos y cometió errores en la vida, que debió aprender a superar, para finalmente llegar a ser el sabio Orisha consejero de todos.
Pataki: Orula y la pobreza
Cuenta este patakí que un buen día el sabio Orula se dio cuenta que solo tenía unos centavos en el bolsillo y con ese dinero no le alcanzaba ni para darle de comer a sus hijos.
Era esa, una mala época y Orula era pobre, muy pobre y no sabía ya qué hacer para mantener a su numerosa familia.
La desesperación se apoderó de él y con los pocos centavos que le quedaban, compró unos ekó o dulces, que repartió entre todos sus hijos y les dijo que los saborearan bien y que se mantuvieran sanos.
Acto seguido, salió de la casa comiéndose uno y caminando lentamente, lleno de tristeza y pesar. Su desesperación terminó por nublarle el juicio y Orula no supo qué más hacer para llevar una vida más holgada.
La decisión de Orula
Así que escogió un árbol para quitarse la vida, pues no quería seguir en medio de la miseria y el dolor, llevando una existencia vacía.
Antes de colgarse, tiró al suelo las hojas que envolvían el dulce que se había comido. Y a continuación colgó una soga de las ramas del árbol.
Pero entonces oyó con sorpresa que un pájaro hablaba detrás de él.
Así le dijo el ave:
- “Orula, mira qué sucedió con las hojas que envolvían el ekó”.
El hombre volvió el rostro entonces y pudo ver que otro babalawo se estaba comiendo los restos del dulce que permanecían en la envoltura que él había tirado al piso. Al parecer, aquel hombre había estado muriendo de hambre.
- “Y sin embargo no ha pensado quitarse la vida”
Dijo el pájaro entonces y Orula se dio cuenta del valor de la vida y de las pequeñas cosas que entrañan la felicidad.