1. Los santos no se equivocan.
La religión siempre te conduce al camino correcto, pero cuando algunas personas no oyen lo que desean escuchar, fingen religiosidad e ignoran los consejos recibidos. A veces hasta manifiestan la posibilidad de desconocimiento del religioso, caracoles mal tirados, o que Orula se equivoca, y se marchan de la consulta confiando en su propia mentira.
Los religiosos que tratamos de ayudar desde nuestro don y con fe ganamos fama de malas prácticas. Los santos y los muertos siempre te guiarán, pero aquellos que se reúsen a aceptarlo, es preferible no busquen consejos ante los Egunn, Orishas u Orula, porque al final quien desafíe su palabra falta el respeto a estas divinidades.
2. Todo lo que brindemos, debe ser de corazón.
Ofrendar soperas lindas y altares llamativos en honor a nuestros Orishas es diferente a especular sobre ellas. El verdadero amor está en la espiritualidad y el misterio que encierran dentro de ellas. Recordemos que los Orishas siempre vivieron y viven en lugares humildes, en soperas de barro y madera.
Debemos evitar entre religiosos el hábito de criticar «como tú lo tienes y como yo lo tengo». Seamos capaces de invocar, rezar y cantar a nuestros Orishas y no a criticar.
3. Pide con mucha fe.
Las rogativas a nuestros Orishas se hacen con positividad, voluntad y fe y así surtirán efecto. Muchos piensan que si le das un obsequio al santo se convierte en un intercambio, no es así.
Los santos están para ayudarnos, no para negociar con ellos, como un “te doy y tú me das”. Ellos proveerán lo que decidan que es bueno o no para ti. A veces solemos, sin preguntar, ofrecerle un tambor y quizás quiera una jícara con agua.
4. Aprende de quien te enseñe con respeto y humildad.
¿Has visitado alguna casa santoral y por ser aleyo no te saludan o simplemente no te tratan como a los demás? No te angusties ni creas que todos los religiosos somos iguales. Esas personas, no son entonces, verdaderamente religiosas.
Acércate a los verdaderos, que te enseñan, guían y aconsejan con respeto. No dejes que nadie te menosprecie, te humille o se sienta superior a ti.
5. La religión se lleva en el corazón.
He aprendido y me costó entenderlo que todo llega cuando tiene que llegar, aunque te apresures. Nuestra religión no se impone a nuestros hijos y familia, debemos enseñarles la ética de nuestra religión y nuestros preceptos, pero no obligarlos a que piensen y actúen igual.
He conocido muchos casos en los que no sienten el debido respeto por la Osha y pasan muy malas experiencias. Entreguemos nuestro corazón y demostremos a través del tiempo, con la paciencia de Baba Obatalá que no estuvimos equivocados al dar consejos y predecir quizás lo que podría pasar.