Orisha Oko es la deidad representativa de las sabanas, tierras y campos cultivados. A él se le reza para la estabilidad y la prosperidad de las labores en terrenos campestres por ser la Deidad de la tierra, la agricultura y las cosechas.
Y es que Orisha Oko representa la tierra misma y la vida del trabajo agrícola y los cultivos, por lo que ayuda a las personas proporcionando los medios de sostén y dando los alimentos necesarios para vivir.
Es un Orisha sumamente casto, sus mensajeras son las abejas y representa la prosperidad y la fecundidad, por ello las mujeres estériles recurren a él a pedirle que las ayude a tener hijos. Es también árbitro de las disputas, especialmente entre las mujeres y Orishas.
Esta deidad mayor forma una importante trilogía con Oke y Oggue, responsables de las cosechas, los animales y el agua de las lluvias para el riego y la abundancia de los alimentos.
Entre las curiosidades de este santo, es que posee dos personalidades, de día representa al hombre puro y perfecto, y de noche se disfraza de Ikú (la muerte) para recibir los cadáveres que le entrega Yewá y enviárselos a Oyá a través de Babalú Ayé.
El pataki: Orisha Oko y la decisión de Obatalá
Cuenta este patakí que el padre mayor Obatalá tenía grandes plantaciones de ñame y por ello todos los Orishas lo consideraron un fruto sagrado que indicaba verdad, prosperidad y abundancia.
El ñame, además, era un fruto con poderes mágicos, pues dicen las leyendas yorubas que en la noche hablaba como una persona y podía hacer hablar a los demás durante el sueño, por lo que se utilizaba incluso en juicios para buscar las verdades ocultas.
Tan requerido era este fruto, que Obatalá necesitaba sin pérdida de tiempo alguien que atendiera los cultivos del mismo. Pero esa persona debía ser muy discreto y no podría aprovecharse de su labor para hacer el mal.
Además, debía ser un afanoso agricultor, pues el ñame se sembraba mediante una fórmula secreta para que se diera correctamente y contara con sus extraordinarios poderes.
El Orisha elegido para sembrar el ñame
Obatalá finalmente tomó una decisión y le confió la siembra del ñame a Orisha Oko, deidad de las buenas cosechas y la agricultura en general.
Orisha Oko que no podía ser fiestero ni mujeriego, y era un dios casto y serio, aceptó de buena gana ocuparse de la labor tan sagrada encomendada por el anciano padre. Con él, los ñames se dieron repletos de poderes y en abundancia.
El joven labrador también hizo que los ñames crecieran debajo de la tierra, sin que nadie supiera cómo y sin que pudieran llegar a ellos.