El padre sabio Obatalá adora las ofrendas dulces como el arroz con leche, el merengue, la leche y la natilla.
Obbatalá también gusta de recibir frutas de pulpa blanca como la guanábana y la granada y entre las hierbas o ewes prefiere coco, canutillo blanco, la acacia, el algodón, la artemisa, el azafrán, entre otros, en la mayoría de sus ofrendas predomina el color blanco como símbolo de pureza y paz.
En cuanto a animales, aquellos que se le inmolen deben ser blancos como palomas, guineas, gallinas y chivas blancas.
Pero Obbatalá come una dieta blanda y sus alimentos se confeccionan de manera muy sencilla, y es que al Orisha no le gustan las comidas picantes, y la sal es un tabú para él.
Patakí: Obatalá decide que sus comidas y alimentos no lleven sal
Cuenta este patakí que un buen día en el palacio de Obatalá tuvo lugar un gran banquete que incluía todo tipo de alimentos.
Pero Obbatalá con la intención de agasajar a sus invitados y atenderlos, no había comido. El anciano sabio reservó para sí el último plato que quedaba para comerlo después de que se retiraran los demás.
Pero cuando ya Obatalá se disponía a comer, se presentó en su casa Babalú Ayé que, por sus dificultades para caminar, no pudo llegar a tiempo.
El padre Orisha siempre benévolo, le cedió gustoso la comida que quedaba y Babalú comió hasta que se sintió muy satisfecho.
El ingrediente faltante se convierte en tabú
Cuando finalmente todos se hubieron marchado, Obatalá le pidió a uno de sus cocineros que le preparara amalá (mezcla de harina y otros ingredientes) con mucha cascarilla de huevo para poder saciar su hambre.
El sirviente fue rápidamente a cumplir el deseo de su señor y se puso a cocinar lo que se le había indicado, pero para su sorpresa cuando ya había casi finalizado el plato, descubrió que se había acabado la sal.
El cocinero le pidió perdón al Orisha y le dijo que, con tanto invitado en la casa, se había acabado la sal.
Pero tanta hambre tenía Obbatalá que le respondió que igual preparara la comida, sin sal.
Un rato más tarde, se sentó a la mesa y el cocinero le presentó el plato que había pedido y la comida le resultó tan agradable que dispuso que en lo sucesivo todos sus alimentos se cocinaran sin sal.
Por ello hoy entregamos ofrendas a Obatalá sin sal para no enfadar al Orisha.