Se avecinaban tiempos difíciles sobre la tierra, tiempos en que era preciso emplear la inteligencia con el fin de preservar la vida.
Los 3 regalos de Olofin, el Pataki:
Olofin cual deidad suprema del Panteón Yoruba decidió regalarles a los moradores de la tierra tres oportunidades para prepararse para los sucesos que acontecerían, motivo por el cual mandó que tres lluvias cayeran de forma alterna sobre la faz del planeta.
La primera lluvia, la riqueza
Una vez que el cielo se estremeció de forma súbita comenzó a brotar la primera lluvia, esta contenía metales y piedras preciosas, joyas que caían sobre el suelo de forma sucesiva, al observar este suceso todos los hombres desesperados se abalanzaban sobre las joyas llenando múltiples recipientes con dicho contenido.
Orunmila quien observaba el panorama se mostró desinteresado ante tales sucesos.
Quienes lo observaban se pronunciaban en alta voz afirmando que Orula no había aprovechado la oportunidad de enriquecerse que le había venido del cielo como un regalo divino.
La segunda lluvia, el dinero
Pasados unos días cayó el segundo diluvio, esta vez la esfera celeste brindaba dinero en grandes cantidades, los moradores al observar este suceso repletaron sus sacos con él, hasta entonces escaseado material.
Mientras tanto el gran Oráculo de Ifá se mostraba inmóvil ante tantas riquezas, se encontraba firme y sereno como si no le asombrase nada de lo que acontecía a su alrededor.
La tercera lluvia, armas de protección contra la guerra
Al pasar unas semanas cayó la tercera y última lluvia divina, esta obsequiaba a los habitantes de la tierra innumerables armamentos entre los que se apreciaban a simple vista, escudos, espadas, cascos, lanzas, arcos, flechas y machetes.
Los moradores de la tierra ignoraron esta lluvia por completo, pues creían innecesaria la posesión de las armas que Olofin les había enviado de regalo.
Orunmila, quien observaba lo sucedido tomó su morral y lo fue llenando de todas las armas que podía cargar, poco a poco fue recogiéndolas una a una del suelo y llevándolas a su casa, de este modo fue el único Orisha que se armó para la guerra, pues creía que tantas riquezas podían ser motivo de futuras discordias.
Cuando las riquezas que habían sido obsequiadas a los humanos comenzaron a escasear, estos decidieron amenazar a sus semejantes con el fin de intentar robárselas, motivo por el cual se desató una gran guerra.
Al verse indefensos ante los ataques de sus adversarios, estos comenzaron a comprarle las armas al gran adivino, quien se volvió rico a raíz de este comercio, al ser Orunmila el único santo que conservaba entre sus posesiones, material bélico.