La plegaria al Justo Juez es la evocación que surgió para invocar a Dios todopoderoso en momentos de aflicción y desespero, es la oración que debe ser pronunciada con gran fe para que llega a los oídos del padre creador.
Con esta oración el hombre se libra de:
- La influencia negativa,
- los enemigos,
- evita la aparición de problemas judiciales,
- la cárcel y
- la violencia en cualquiera de sus manifestaciones.
De esta plegaria existen muchas versiones, incluso figuran dos catalogadas por género para ser pronunciadas una por hombres y otra por mujeres.
Esta oración debe llevarse consigo pues posee la virtud de librar de la envidia, los malos pensamientos y el mal de ojo.
A pesar de ser una oración milagrosa, esta no ofrece beneficios a quienes han actuado mal, pues el Justo juez es imparcial y sentencia con la verdad, dando a cada quien su merecido.
Esta es la Oración al Justo Juez para protección de enemigos, males y peligros
San Justo Juez, con manto de la Santísima Trinidad sea yo envuelto.
Ni herido, ni muerto, ni preso, ni cautivo.
Que yo sea defendido con los ángeles del treinta y tres y la cruz.
Con la leche virginal de María Santísima sea yo rociado.
Con el manto del Salvador sea yo arropado.
Si nuestros enemigos ojos traigan, no me vean; si oídos traigan, no me escuchen; boca traigan, no me hablen; manos traigan no me cojan; cuerda traiga, no me amarren; pies traigan, no me alcancen.
Jesús sea conmigo y yo atrás de él.
Santo Ángel de mi guarda, semejanza del Señor, para mí fuiste enviado, para ser mi guardador.
Te suplico, ángel bendito, de tu brazo y tu saber, de los lazos del demonio tú me has defender, de noche y de día despierto y dormido y a toda hora.
Amén.
- Posteriormente se reza un Padrenuestro y un Ave María.
Oración que libra de todo mal (Segunda versión)
Con dos te veo, con tres te ato; con el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo, te amanso. En el monte Filis dices estaba San Juan.
Decía a sus enemigos vio venir.
Le dijo a su Justo Juez, ‘ahí vienen tus enemigos’.
‘Déjalos venir, que Sangre de Cristo viene a pedir’.
Yo no se la quiero dar, porque es del Santísimo Sacramento del altar.
Detente, animal feroz, abaja tu barba al suelo, que antes de tú nacer, nació el Redentor del cielo.
Creo en Dios Padre… Creo en Dios Padre… Creo en Dios Padre…
Amén, Jesús.