En el panteón yoruba, como diosa y señora de las aguas del mundo, está Yemayá, la madre del universo que protege a sus hijos del mal que se desarrolla en la tierra.
A ella nos debemos, a su vientre divino que nos trajo al mundo, y como sus hijos debemos venerarla, agasajarle, amarla, pues su manto, tal como una madre, nos acompañará y guiará por los senderos más hermosos y también por los más difíciles.
El rezo es una de las formas más hermosas de invocarla, siempre que sea de corazón, con mucha fe y amor, ella nos escuchará, no hay lágrimas que la diosa del océano no escuche.
Furiosa, y como una gran guerrera nos defiende del mal, de la enfermedad, y de los dolores que muchas veces debemos atravesar, a ella pedimos salud, amor, y todo lo bueno de este mundo.
Poderoso rezo a Yemayá para pedir su protección y ayuda para alejar el mal
- A la luz de una vela azul o blanca, la veneramos, e invocamos su poder, energía y ashé para que nos escuche, y como madre atienda nuestro dolor y lo sane.
Al final dejamos algunas de las ofrendas que puedes brindarle, reza con mucha fe, es lo más importante al realizar esta oración de Yemayá, la diosa del mar.
Dulce, dulce y querida Madre Yemayá.
Permitiste que las formas de vida primitiva se formaran dentro de tu morada, que fue la cuna de toda la creación, de toda la naturaleza y de toda la humanidad, acepta nuestras oraciones de reconocimiento y amor.
Que las chispas que emanan de tu manto diáfano de estrellas vengan, como vibraciones espirituales benéficas, para aliviar las dolencias, para curar a los enfermos, para apaciguar a nuestros hermanos enojados, para consolar los corazones afligidos.
Que las flores y las ofrendas que colocamos en tu alfombra sagrada sean aceptadas por ti y cuando entremos a las aguas para ofrecerlas, que las olas del mar sean las portadoras de tus divinos fluidos.
Haz, Señora Reina de las Aguas, que la espuma de las olas en su inmaculada blancura nos traiga la presencia de Obatalá, limpia nuestro corazón de todo mal y mala voluntad.
Que nuestros cuerpos, tocados por tus aguas sagradas, se liberen en cada ola que pasa, de todos los males materiales y espirituales.
Que la primera ola que nos toque saque de nuestras mentes todos los posibles deseos de venganza.
Y que la segunda lave nuestro corazón y nuestro espíritu, para que no nos golpeen las infamias y la mala voluntad de nuestros enemigos.
Que la tercera ola saque la vanidad de nuestros corazones.
Que la cuarta ola pueda lavar nuestros cuerpos de todas las dolencias y enfermedades físicas para que, sanos, podamos proceder.
Dejemos que la quinta ola saque la codicia y la maldad de nuestras mentes.
Que la sexta de las olas venga cargada de flores y que nuestro mayor deseo sea cultivar el amor fraterno que debe existir entre todos los hombres.
Y que, al pasar la séptima ola, nosotros, puros y limpios de mente, cuerpo y alma, podamos ver, aunque sólo sea por unos segundos, el esplendor de tu radiante imagen.
Eso es lo que humildemente te suplican tus hijos querida Madre Yemayá.