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A la orilla del mar, la madre Yemayá siempre nos escucha ≫ Pataki

Pataki Yemayá en el mar

Yemayá, reina de las aguas, se ha caracterizado siempre por ser una deidad que acude en ayuda de sus devotos ante cualquier incordio, como buena madre que siempre vela por sus hijos.

Y es que Yemayá es la madre del mundo y diosa reconocida por muchísimos devotos. Ella está siempre presente para aquellos que la buscan en el sonido de las olas, el canto de las sirenas, la sal del océano, el azul de los mares y las miles de ofrendas que les son dedicadas.

Es la diosa yoruba madre de todos los hijos en la tierra y representa al útero en cualquier especie como fuente de la vida, la fertilidad y la maternidad.

Una de las Orishas más poderosas que representa la intelectualidad, la sapiencia y los caracteres cambiantes como el mar y sus olas. Todos los humanos somos hijos de la mujer de agua Yemayá.

La historia de Ogbesa y el regalo de Yemayá

Cuenta este patakí que Ogbesa era un buen ciudadano, un hombre reputado por su rectitud, buen carácter y solidaridad hacia los demás. Era sumamente querido por el pueblo.

Pero tanto fue así que el rey de ese territorio envidió la reputación de Ogbesa e ideó una manera de avergonzarlo para que las personas le retiraran su apoyo incondicional.

Así que al rey se le ocurrió organizar un torneo en su palacio y conceder tres premios a los ganadores. Pero sabía que Ogbesá no tenía caballo, y no podría competir. Se sentiría humillado y las personas olvidarían sus virtudes para adorar a los vencedores.

La fortuna que concede la diosa Yemayá

El día señalado para el torneo, Ogbesa no había podido conseguir un caballo para participar. Y como estaba muy triste, se fue a la orilla del mar a comer un trozo de pan y a lamentarse por su mala suerte y el infortunio de aquel día.

Allí vio unos patos, y se le ocurrió arrojarles unas migajas de su pan y así apareció Yemayá, quien al verlo tan triste y conmovida por su actitud hacia sus animales preferidos, le preguntó el motivo de su dolor.

Aquel hombre le contó y la reina del mar decidió ayudarlo. Entonces ella le dio un caballito para que fuera al torneo que por el camino fue creciendo hasta convertirse en un imponente corcel.

Ogbesa llegó a tiempo al torneo y de los tres premios obtuvo dos. Los ciudadanos entonces le exigieron al rey envidioso, que reconociera la superioridad de su súbdito. El monarca entonces, le hizo moforibale.

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