Shangó, es uno de los dioses más venerados del panteón yoruba, por sus inmensos poderes y su inteligencia y sagacidad. Es un Osha asociado a la danza, la virilidad, los truenos, el rayo y el fuego, que, según las leyendas yorubas, fueron otorgados como regalo divino del Dios Olofin.
El gran Shangó es el Orisha del Trueno, de la justicia y se le caracteriza como histórico, guerrero y divino. Representa la belleza masculina, la pasión, la inteligencia y las riquezas. Es el sacerdote del oráculo del Diloggún y del de Biange y Aditoto.
Se caracteriza por el color rojo intenso, como el fuego y sus atributos lo definen como el gran guerrero y luchador que es. No hay una batalla que Shangó no gane con su hacha de doble filo, con ella arrebata al enemigo los obstáculos de la vida.
Pero su ashé y sus grandes poderes se asocian sobre todo a los truenos y se oye decir que cuando truena mucho, es porque Shangó está contento.
El pataki de Shangó y el castigo de Olofin
Cuentan que un buen día el gran creador Olofin mandó buscar a Shangó para encomendarle algunas tareas que requerían de su experiencia e inteligencia de guerrero.
Pero Shangó también es el rey del tambor y el baile, y así disfrutaba de una fiesta y no quiso ir ante el mandato de Olofin. Al contrario, se pasó todo el día en un güemilere (fiesta) bailando y bebiendo como a él le encantaba.
Olofin, muy ofendido, se quedó pensando cómo castigar al Orisha que rechazó su pedido. Días después se le ocurrió una idea y conociendo que Shangó adoraba la buena comida, lo invitó a almorzar.
El creador preparó akukó (gallo) y frijoles negros con muchísimo picante para así castigar al desobediente Shangó.
Y este, haciendo honor a su reputación de comilón, acudió puntualmente a la invitación que le había hecho Olofin.
El regalo del rayo para Shangó
Shangó comió todo lo que Olofin le dio y se sintió plenamente lleno y contento. Pero cuando terminó de comer, empezó a sentir que una cosa muy grande le daba vueltas en el estómago y se asustó muchísimo.
Miró a Olofin que reía y supo que ese era su castigo por desobediente y al momento comenzó a dar brincos y a tirar rayos contra la Tierra.
Olofin, sin parar de reír, quiso aplacar al guerrero para que no causara daños en la Tierra y así le dijo: “Shangó, desde hoy solo tú tendrás el ashé del rayo”.
Desde entonces es Shangó el Orisha del trueno y de los rayos, quien rige su poder y los controla, también por ello se le rinde devoción como una de las deidades más poderosas del panteón yoruba.