Shangó es un Osha guerrero, el rey de la religión Yoruba y uno de los Orishas más populares en el culto de la santería, adorado por su majestuosa forma de ser, por la fuerza viril y por la manera de solucionar conflictos, aplicando justicia y actuando con inteligencia y rigor.
Es el Orisha de la justicia, que no solo alude a la belleza masculina y la pasión por la vida, sino también a la inteligencia y el conocimiento histórico.
Cuenta la leyenda yoruba que Obbatalá le otorgó el don de impartir la justicia de Olodumare en la Tierra y para ella le obsequió una cuenta blanca, como símbolo de paz y sabiduría, que el Orisha del Trueno usa junto con las cuentas rojas de su collar.
Obbatalá le dijo a Shangó que, desde ese momento, su virtud sería la justicia y que velaría por el cumplimiento de los mandamientos de Ifá.
Patakí: Shangó castiga a los conflictivos
Cuenta este patakí que un buen día Shangó el Rey del Trueno, se encontró en su camino de viajero con un pueblo que le agradó mucho y decidió pasar una temporada allí.
Pero luego de pasar unos días agradables admirando el paisaje pintoresco de las cercanías, se dio cuenta Shangó de que el lugar, en apariencia apacible, resultó ser un verdadero infierno.
A pesar de la belleza que rodeaba el pueblo, el hecho es que una gran discordia reinaba entre todos sus moradores.
El orisha apenas podía conciliar el sueño y disfrutar de los hermosos parajes debido a las riñas constantes, calumnias y habladurías de unos habitantes contra otros. Reinaba la muerte y el luto era usual por todas partes, las familias se peleaban y los hermanos se agredían por doquier.
La justicia del Rey del Trueno
Ante tantas catástrofes y tan difícil panorama, Shangó se indignó y decidió darles una gran lección a todos los habitantes.
Así que un día salió a la calle con su tambor y comenzó a tocar. Tan bella e invitadora era la melodía, que los vecinos del lugar fueron saliendo de sus casas y se pusieron a bailar.
Pero entonces comenzaron a caer rayos por doquier y se desató una gigantesca tormenta eléctrica que dejó a todos pasmados.
Los principales del lugar se acercaron a él, le hicieron moforibale y le imploraron perdón. Pero Shangó solo cesó cuando le prometieron que en lo sucesivo no habría más enfrentamientos, ni más rencillas ni disgustos. Solo así se aplacó la furia del Orisha.