1. Seamos humildes, las apariencias engañan, pero el corazón jamás.
Alguna vez Obatalá me dijo: «No te dejes llevar por las apariencias, puede que esa forma es la que yo tome para acercarme a ti».
No emitas juicios sobre el valor de los demás basándote en lo que tú consideras correcto, aunque el ciego no pueda ver este no es insignificante ante los ojos de Olofin.
Debemos buscar siempre lo genial de cada persona, que su aspecto exterior no nos haga mirar hacia otro lado o hacer gestos groseros.
Cada uno de nosotros tiene su propia perfección, busquemos la nuestra y no nos dejemos llevar por apariencias. En la persona o lugar menos esperado, puedes encontrar lo adecuado.
2. En todo lo que siembres, Olofin multiplicará la cosecha.
Todos tenemos una historia, cada persona lleva su peso a cuestas con el dolor de sus heridas. Algunos prefieren arruinar vidas ajenas en vez de sanar almas, sin recordar que la vida da vueltas y todo vuelve y pega donde más duele.
Quizás hoy no, ni mañana, pero el día que menos esperemos llegará a nosotros lo que hemos sembrado, y no solo porque deseaste maldad, sino porque el tiempo de Dios es perfecto.
3. Es sabio juzgarse a sí mismo antes de opinar del otro.
No debemos juzgar a nadie, ni su pasado. No sabemos nada de los demás sin calzar sus zapatos, sus harapos o joyas.
Ni el sufrimiento, ni la alegría, ni la tristeza o la felicidad se manifiestan por igual en los corazones. Puede que sufras, pero las tristezas ajenas viven de sus propias angustias; puede que llores, pero sus lágrimas viven en su corazón; puede que rías, pero las carcajadas nacen de sus propias alegrías.
Somos semejantes, pero nunca iguales, no juzguemos ni comparemos.
Oshún es única y a cada hija/o le da lo que se merece porque solo ella, los Orishas y Olofin pueden juzgar a sus hijos en la tierra.
