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3 Pataki del Orisha Obatalá para reflexionar

Pataki de Obatalá

Obatalá, padre sabio del mundo, tiene siempre una enseñanza que mostrarnos para ser cada vez mejores devotos y mejores seres humanos. A continuación, compartimos tres Patakíes de Obatalá para reflexionar.

Historias:

1. Obatalá y los tres pretendientes de su hija

Cuenta el patakí que Obatalá tenía una hija increíblemente hermosa y delicada que representaba todo para su padre, la cual tenía tres enamorados llamados: Ikú, Aro y Ofo.

Para Obatalá esto representaba un verdadero problema, no quería generar conflictos y venganzas, porque era un hombre de paz, pero sabía que si entregaba a su hija a uno de sus tres pretendientes los otros dos buscarían venganza.

Para no poner en peligro la vida de su adorada hija, Obatalá decidió convertirse en paloma para poder posarse en un árbol frondoso de flores multicolores, el cual representaba todas las virtudes que gozaba su reinado.

Obatalá se sentía inmensamente desgraciado por el problema que perturbaba sus pensamientos, dormido descubrió en un profundo sueño la solución.

Emitió entonces un comunicado oficial a todo su reino, el cual decía: «Quien me traiga un abani, se casará con mi hija», pero en esos tiempos, los abani eran muy escasos y difíciles de cazar.

Cerca del palacio vivía un sitiero que amaba a la hija de Obatalá, y aunque la adoraba en silencio tomó la decisión de conseguir el abani, pero antes consultó su decisión con Orula el sabio adivino para que lo aconsejara.

La consulta al sabio Orula

La consulta resultó en este Ifá, que le mandaba a hacer ebbó (limpieza) con babosas, cascarilla, merengue, achó fun fun y un palo de su tamaño, y por último le recomendó que después fuera al monte a cantar.

El sitiero realizó todo lo que le encomendó el adivino y con una voz muy melodiosa cantó en el monte, y los ecos de su voz resultaron encantadores.  

Ikú andaba cerca de aquellos senderos con un saco y el abani solicitado por Obatalá y cuando escuchó la melodía tan atrayente se le cayó el saco y quedó como petrificado.

Ante esto el sitiero aprovechó para recoger el saco y llevarle el abani a Obatalá.

Así fue como Obatalá escogió un buen esposo para su hija, y el sitiero lo logró gracias a los consejos de Orula, porque su palabra es sabia y jamás cae al piso. Y por mandato de Obatalá, Orula, Echu y Oggún, quedaron atrapados Ikú, Aro y Ofo sin poder hacer daño.

2. Obatalá y la protección a sus hijos en la tierra

Cuenta el pataki que en cierta ocasión los hombres estaban organizando grandes fiestas en honor de los orishas, pero en los preparativos festivos por un descuido inexplicable se olvidaron de la orisha Yemayá, dueña de mares y océanos.  

La diosa estaba extremadamente furiosa, y conjuró la fuerza del mar que empezó a tragarse toda la tierra.

Daba miedo ver cabalgar a Yemayá, impetuosa, colérica, lívida, sobre la más alta de las olas, con su abanico de plata en la mano.

Los hombres desesperados ante la furia que habían provocado imploraron a Obatalá, dueño de todas las cabezas, que intercediera y los ayudara.

La imponente fuerza de la Orisha y su inmensidad se precipitaba hacia lo poco que quedaba en el mundo cuando Obatalá se interpuso, levantó su opaoyé y le ordenó a la diosa de todos los mares que se detuviera.

Yemayá, por respeto, atajó las aguas y prometió desistir de su cólera, y es que Obatalá hizo al hombre y es padre de todos, protector y defensor por naturaleza, jamás permitiría que se les dañe.

3. La pureza y Obatalá

Cuenta la leyenda que Obatalá vivió un tiempo en un pueblo que, bajo su influencia, era bastante próspero, pero un día comenzaron allí a quemar basura y a levantar humo negro y con mal olor.

Debido a ello Obatalá se marchó, pues no le gusta la suciedad, porque es hombre de todo lo blanco, paz, limpieza y pulcritud. Y cuando salió del pueblo, se llevó junto a él la abundancia y el lugar comenzó a caer en la desgracia y la peor pobreza.

Los habitantes desesperados visitaron a Orula quien consultó a Ifá y le dijo que el problema era el humo y la basura. También les recomendó hacer ebbó para que volviera la felicidad a esa tierra.

Los aldeanos obedecieron y botaron todo, mientras, comenzó a llover.

La lluvia hizo que la cascarilla, elemento sagrado, se regara y el camino se hizo blanco y puro.

Obatalá entonces regresó y se encontró ante sus ojos un lugar totalmente diferente, el pueblo limpio y hermoso y decidió quedarse allí y junto a él, la felicidad y la prosperidad llegaron para quedarse.

Estas historias nos enseñan el Obatalá sabio, el protector, el anciano padre que nos brinda abundancia, paz, salud y desenvolvimiento. Su consejo es sagrado, su compañía es una bendición y de sus leyendas comprendemos importantes enseñanzas que nos guían hacia el camino de la verdad y el cumplimiento de nuestro destino.

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