Oggún simboliza los comienzos, pero también el mando, la fuerza, la violencia, el impulso, la autoridad, la virilidad, la juventud. Representa también las armas, el peligro por hierro y el fuego.
Y así es el baile de Oggún: dinámico, lleno de energía, combativo, apasionado, con movimientos muy violentos y una tremenda audacia.
La danza del guerrero yoruba es intensa como él mismo, repleta de desafíos, enérgica y con gestos bruscos y agresivos.
La danza de Oggún y el sonido del metal
El dios yoruba Oggún baila como el guerrero que es, con una fortaleza típica de la batalla que puede tornarse de varias maneras.
En la danza de Oggún, el bailarín realiza dos mímicas: la belicosa, en la que blande el machete, su símbolo por excelencia, representativo de los metales, arma de batalla y elemento esencial para abrirse camino en escenarios de lucha.
En el baile belicoso Oggún danza agachado, avanzando en un pie mientras arrastra el otro, como librándose de un machetazo involuntario y preparándose para dar batalla.
También la danza de Oggún puede ser laboriosa. Se le reconoce a sus movimientos un carácter agrícola, cortando las yerbas con el machete o lo realiza al estilo del guerrero golpeando con el martillo.
Se mezcla en este caso, con la gesticulación del herrero y golpeando sobre el yunque.
Poderosos movimientos en el baile de Oggún
Para realizar el baile de Oggún, el bailarín viste como el dios yoruba, con chaleco, pantalones púrpuras, y gorro achatado.
También puede llevar un cinturón de largas fibras de palma y un bolso de piel de tigre adornado con caracoles.
Para ambas danzas, muy practicadas por las agrupaciones folclóricas en Cuba, los bailarines rompen al aire con su machete tirándolo hacia abajo, en una avanzando con él y en la otra martillando como un herrero o cosechando como un trabajador agrícola.
Oggún y su baile son representaciones también de la historia cubana, en la cual el machete primó como símbolo de lucha y de apoyo en las labores en medio de los campos.
