Relata el pataki nacido en el signo Ogbe Iroso que existió en un pueblo perteneciente al continente africano un adivino que resolvía todas las causas que se le presentaran, sobresaliendo entre estas las más difíciles y desesperadas.
Pataki donde el incrédulo Rey puso a prueba la palabra de Ifá
La fama del adivino fue creciendo a medida que brindaba sus servicios a los necesitados hasta que llegó la noticia de su existencia a oídos del rey de la región.
Quien decidió comprobar si las virtudes de aquel hombre eran realmente ciertas.
Por lo que decidió ponerlo a prueba, para esto se auxilió de unas tierras aledañas a su palacio las que cercó añadiéndole dos puertas y posteriormente mandó a sembrar con maíz tostado.
A la mañana siguiente el rey mandó a buscar al adivino y le entregó dos llaves y le dijo que con cada una de estas abriría una puerta.
De este modo el hombre trató de usarlas para entrar al terreno, pero ninguna funcionó.
Luego el rey le dijo abrámoslas al unísono y de este modo pudieron entrar al campo.
Ante sus ojos allí se encontraba un campo sembrado de maíz tostado por lo que el monarca pidió al hombre que lo hiciera crecer en dos días.
Eleguá ayuda al adivino y ambos hacen un pacto
Después de la conversación ambos se dirigieron a sus moradas, mientras el hombre caminaba hacia su casa se encontró a Elegguá al que le contó sus preocupaciones.
Elegguá después de escuchar al adivino, pactó con él que si este le regalaba dos gallos él lo ayudaría a hacer crecer la siembra de maíz tostado en dos días y así ambos quedaron complacidos.
El gran Elegguá buscó a Shangó, al que le ofreció un gallo a cambio de que hiciera relampaguear el cielo cuando él se lo pidiera y este aceptó.
Hasta lo imposible se hace realidad con la intervención del dueño de los caminos
Entonces Elegguá buscó maíz crudo y lo echó en su bolsa de piel de chivo y partió hacia el campo.
Valiéndose de su astucia logró entrar sin ser visto.
Entonces desde allí pidió a Shangó que relampagueara y así fue sacando de la tierra los granos de maíz tostado y colocando en su lugar el maíz crudo.
Cuando terminó de sembrar todo el campo, solicitó a Shangó que lloviera y en dos días el maíz había germinado.
Pasado el plazo el adivino y el rey visitaron las tierras para comprobar si el hombre realmente resolvía lo imposible y al entrar el rey quedó sorprendido pues el campo sembrado con maíz era completamente verde.