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El sacerdote de Ifá Miguel Febles: ni el tiempo ni la muerte fueron capaces de borrar sus huellas

Miguel Febles

Miguel Febles fue uno de los más afamados Babalawos que ha visto nacer la mayor de las Antillas.

A la corta edad de ocho años fue consagrado en la Osha, coronando a Shangó el Orisha de la guerra y el dueño de los tambores Batá.

Un año después se inició en la sagrada Regla de Ifá de las manos de su padrino Bernabé Menocal y su ojugbona Tata Gaitán, desde entonces comenzó a forjar sus conocimientos y su carácter, realidad en la que también influyeron su padre Ramón Febles y su madre América Padrón.

Las personas que lo conocieron afirman que Miguel fue un hombre de gran inteligencia y un amplio don para la interpretación, dos virtudes que nunca deben faltarle a un sacerdote de Ifá.

Se cita entre sus principales características la capacidad de memorizar los odunes de Ifá y la dedicación con la que compartió sus conocimientos ante el mundo.

Febles aseguraba que:

Un buen Oluo debía hacerse dueño del secreto de los polvos y las hierbas, siendo capaz de identificar cada planta y palo de Ozain por sí solo, hecho que le daría prestigio e independencia dentro y fuera del cuarto de santo.

Miguel Febles Padrón fue recompensado con la gratitud del pueblo al que salvó

Una de sus obras más emblemáticas dentro de la religión fue su peculiar manera de hacer y enseñar la realización del ebbó a sus discípulos, de una forma más práctica, sin omitir ceremonias ni faltar a la religión.

Sus habilidades no fueron un cuento chino, frase popular con la que nos referimos los cubanos a las mentiras, sino verdades certeras y demostradas mediante la gratitud del pueblo al que salvó.

Miguel Febles siempre supo que el éxito estaba en hacer y no en prometer

Pues lo importante para este Babalawo no era el dinero sino poder salvar y ayudar a todo aquel que tocaba su puerta.

Este afirmaba que:

La gratitud mayor se recibía del ángel de la guarda del consultado, quien agradecía de corazón que salvaran a su hijo.

Este gran hombre siempre supo que el éxito estaba en hacer y no en prometer.

Los grandes hombres se vuelven insustituibles

El 19 de diciembre del año 1986 dejaba el plano de la tierra Miguel Febles Padrón un religioso que supo amar, respetar y poner en alto el panteón Yoruba.

Su partida determinó un antes y un después para el pueblo religioso cubano, pues los grandes hombres se vuelven insustituibles y ni el tiempo ni la muerte son capaces de borrar sus huellas.

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