Oshún Ololodí u Olodí es uno de los 38 caminos de esta deidad.
Ololodí es la esposa de Orunmila, deidad yoruba cuyo nombre significa «revolucionaria». Se dice que a ella no se le debe tomar a la ligera, pues su cólera es famosa y nunca puede ser destruida por sus enemigos.
El espíritu de lucha que caracteriza a esta deidad tiene alto valor y significación, presente siempre entre sus devotos. A ella también se le dedican cientos de rezos, clamando por su ayuda ante la necesidad y los problemas.
Y es que esta deidad es una férrea defensora de sus hijos y de todas aquellas personas que la veneran. También conocida como Oshun Olodi, le gusta luchar con hierros y machetes y es la dueña de las represas.
Para llamarla, se usa un cencerro y un machete y se le pone un caballo de bronce o porcelana, pañuelos de seda y Ochinchin de lechuga y escoba amarga.
Se dice que vive encima del tablero de Ifá, con arena de mar o arena de río cernida. Su símbolo es la lechuza y su collar lleva nácar, verde-agua, coral y 5 cuentas de marfil.
Oshún Ololodí la defensora y revolucionaria:
A Oshun Olodí se le ofrece chivo y venado en las ceremonias y ritos, y se le reza por la defensa de ideales y por la fuerza para seguir adelante y vencer a los problemas.
En su imagen, posee una corona de la que cuelga una casa, un hacha de dos filos, una flecha de Oshosi, dos remos pequeños y dos grandes, 25 anillos, dos tableros de Ifá, dos hachas simples, un machete y 5 plumas de loro.
Por su apariencia de guerrera, se dice que se le pone cuatro clavos de tren al lado para calmar sus ansiedades de ir a la batalla.
Sincretismo, la Virgen de Guadalupe
En el catolicismo, Oshun Olodí es sincretizada con la Virgen de Guadalupe, pues se dice que ambas son deidades guerreras y defensoras de las causas justas.
Cuenta la leyenda que la Virgen de Guadalupe era de sobrehumana belleza, y llevaba un vestido brillante como el sol. Ella es una representación de la Virgen María.
Y a ella, el papa Pio X la proclamó como «Patrona de toda la América Latina», mientras Pio XII la llamó «Emperatriz de las Américas» y Juan XXIII la hizo “Misionera Celeste del Nuevo Mundo» y «Madre de las Américas».
Por ello, la Virgen es venerada en todas partes del continente americano, fundamentalmente en México. Allí se le dedica gran devoción y se habla de milagros extraordinarios concedidos por la deidad a aquellos que ponen su fe en su imagen.