En tiempos en que en la tierra se desataban grandes batallas por el poder de los continentes existió un soldado de inigualable valentía llamado Kawó Silé.
Este hombre había ganado gran prestigio entre las tropas por pelear con gran destreza y coraje, el enemigo decía de su espada, que nunca había conocido una hoja de metal más atinada en la realización de las tácticas militares.
Oyá en la búsqueda de Shangó
Un día tras un largo combate Shangó, nombre bajo el cual también se conocía a este guerrero, sufrió una desafortunada emboscada y cayó cautivo en manos enemigas.
Al enterarse de este suceso Oyá, quien era su esposa y además una ardua guerrera, enfureció con gran cólera y partió a su búsqueda con el fin de hallarlo y devolverle la libertad que tanto merecía.
A su paso arrasó con cuanto objeto divisó en su horizonte, envuelta en llamas llegó a un Framboyán y cansada del largo camino que había recorrido decidió recostarse en él.
Sin percatarse el fuego de su cuerpo fue encendiendo el tronco del árbol hasta hacerlo arder completamente, la santa halló entre sus cenizas una especie rara de vaina la que tomó como arma de autodefensa.
Yansa guerrea con su espada de framboyán
Shangó desde su cautiverio divisaba un incendio a lo lejos, quedó asombrado al ver que se trataba de Oyá su esposa, quien se encontraba lanzando centellas por doquier.
A medida que se acercaba al campamento, iba arremetiendo con gran furia contra el ejército enemigo hasta que exterminó a cada uno de los soldados que se encontraban bajo su presencia con la ayuda de su espada de framboyán.
Una vez se posicionó frente a frente a Kawó Silé trató de emplear el fuego y las centellas para derretir los hierros de la cárcel que mantenía en cautiverio a Shangó, fracasando en el intento, pues el metal no cedía ante el calor al que era sometido.
El Kawó Silé es liberado por su esposa
Fue entonces que desenvainó su espada de Framboyán y con la ayuda de esta pudo derribar las rejas que aprisionaban a su amado.
A partir de ese día dicha espada la acompañó a todas partes convirtiéndose en su inseparable confidente.
Desde ese entonces se le coloca a Yansa una vaina de Framboyán frente a su receptáculo, con esta la Orisha libra batallas campales, cura a los enfermos y rompe osogbos.
Esta herramienta es el medio que el religioso utiliza para invocar la presencia de la santa.