San Lázaro es Babalú, Babalú Ayé es el viejito Lázaro, y viene con sus pies torcidos, engarrotando las manos y doblando el espinazo, llega cojo, leproso, humilde, pero altanero.
Anda arrastrando muletas, lleno de pústulas y costras, los perros lamen sus llagas, suya es la manteca y la escoba de millo con mango de cuentas negras y moradas.
Emana poder el Santo, viene con su Ashé el Orisha, con su objeto de poder la palma de corojos o de cocos, y su bendita rama de palma con un pedazo de saco amarrado adornando, enalteciendo conchas de caracoles.
Moscas y mosquitos son sus mensajeros, lleva manilla de metal o nácar, sus cortinas son de yute, material que lo representa. Duerme en quicios y portales, tan temido y respetado, justiciero con el que cumple, vengativo con el que incumple.
La justicia va de su mano, lo que se le ofrece lo exige, mata con gangrena, sífilis, lepra, castiga engarrotando… castiga con el mismo dolor que él sufrió y bendice con la luz que lo acompaña.
Peregrino de caminos que habita en cazuelas de barros tapada con otra cazuela y ambas tienen huecos para dar de comer, no pueden destaparse por respeto y por su ley.
Le gusta al santo y al orisha el apasote, la chirimoya, el gandul y todos los frijoles, el maní, ajonjolí, y la retama, el pan, la mazorca de maíz.
Las cañas bravas las bendijo por eso no les cae el rayo. Babalú Ayé compadece y alivia, sana a sus hijos, sabe que el amor del que sufre es mejor que el de aquel que está sonriendo.
Y desde el corazón y con mucha fe se venera a San Lázaro…
Para este día y en honor al Santo Orisha muchos devotos preparan sus ofrendas, pagan las promesas, agradecen los milagros… y así lo hizo Lázaro, un joven bailarín de 18 años que por amor a la religión y a sus raíces representa a la deidad, que hoy 17 de diciembre celebramos, el bendito viejo Lázaro y Babalú Ayé.
También ha hecho otras representaciones dedicadas a los Orishas con los trajes, elementos y objetos de poder que definen a las deidades, entre ellos, Oggún, Yemayá, Oshún, Oyá Yanza, y hoy nos regala el del viejito milagroso.
Y no pasa desapercibido que este joven que por las venas le corre una gran fe y espiritualidad, se llame como el santo y justo hoy cumpla 18 años. Una gran bendición.
Lázaro nos cuenta:
Me motivó primero que todo mi fe, mi esperanza, mi necesidad de desprender energía hacia todo lo bueno y grande que existe en este mundo, y mi atracción por esta religión y el deseo de luchar por lo que quiero.