¿Por qué es el pellejo del chivo la piel perfecta para el tambor Batá?

Era una antigua tradición de la tierra Arará que se reunieran varios religiosos en el palacio para tocar el tambor en homenaje al rey.

En ese entonces todos los tambores poseían una membrana de piel humana y era ley que el santero al que se le rompiera uno de estos instrumentos musicales debía pagar con su propio pellejo la reparación de su membrana.

Por este motivo la música era tan tenue y casi ni se escuchaba.

Por ende, los festejos no eran alegres pues los músicos temían romper los tambores y acabar perdiendo una parte de su ser, motivo por el cual los percutían con mucha suavidad y delicadeza.

Pataki donde el pellejo del chivo «hizo sonar el tambor Batá«

Orunmila quien vivía en esta tierra tenía el deseo de tocar el tambor Batá con sus propias manos, pero como sabía que esto era peligroso se hizo ebbó antes de partir al palacio y ofrecerse a tocar para el rey.

Para ese entonces Orula andaba siempre acompañado de un chivo, quien no tenía malas intenciones, pero era muy atrevido y no medía jamás las consecuencias de sus actos.

Llegada la hora de la reunión en el palacio, Orunmila y el chivo partieron hacia el castillo no sin antes advertirle al chivo que debía permanecer callado y tranquilo sin meterse en problemas, pues de ser así ni él mismo podría librarlo de las consecuencias de sus actos.

Entonces Orula al ver a todos los músicos se ofreció para tocar el tambor, pero como se escuchaba muy bajito el chivo comenzó a desesperarse hasta que le quitó el Batá a Orula y comenzó a percutirlo él.

“Chivo que rompe tambor, con su pellejo lo paga”

El chivo era un buen músico, pero al irse emocionando en el toque no midió sus fuerzas y perforó el tambor ante los ojos de toda la corte.

El rey al ver esto quedó muy ofendido, este pedía a viva voz que Orula pagara la falta del chivo.

Entonces con mucho pesar, en defensa por su propia vida el adivino aclaró que él no había sido quien había roto el tambor, sino el chivo y que por ende era este el que debía pagar la falta con su pellejo.