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Los bataleros y sus tambores, el lenguaje de los Dioses

Tambores de santería

Los tambores batá, símbolos de la religión yoruba por excelencia, tienen forma de reloj de arena y sus nombres de pequeño a grande son: Iyá (tambor Parlante), Itótele (medio) y Okónkolo (Pequeño), una familia de tres tambores inseparables.

Los tambores batá establecen un lenguaje y un sistema de comunicación divino, que puede reflejar similitudes entre las palabras humanas y los ritmos que producen. Es una fuerza mágica la que realiza el llamado de los tambores en una invitación a los orishas a la tierra.

Son elementos sagrados utilizados para llamar o invocar a los dioses y los distintos toques tienen una significación particular dentro del ritual de la Regla de Osha (santería).

¿Quiénes son los Bataleros?

El toque de los tambores Batá en Cuba inicia en una habitación cerrada llamada el Igbodu, donde solamente el sacerdote o Babalawo, un ayudante y los bataleros, además de la persona que realiza el ritual, tienen permitida la entrada.

Los bataleros son aquellos músicos consagrados a tocar los tambores Batá. Así se explica su relación:

“Pero no son hijos del tambor, sino que la mayoría prefiere pensar que se casan con ellos: el hijo producto de esta relación es el vigoroso y potente poder musical que emana del instrumento” (Amira y Cornelius, 1992)

Los bataleros experimentados son personas sumamente importantes y respetados dentro de la religión yoruba, pues gracias a ellos se puede invocar a los Orishas con los toques del tambor.

Cuando llega el momento de tocar para una ceremonia, se cede el tambor Iyá, al más respetado maestro olubatá o batalero mayor.

El siguiente en jerarquía toca el Itótele, que apoya al Iyá.

El tercero toca el Okónkolo, que es más sencillo y permite al batalero además de apoyar la comunicación intrínseca con los Orishas, en prestar atención y obtener experiencia.

Los Bataleros y el toque sagrado a los Orishas

Los batá son elementos sagrados para los yorubas y sagrada es también la asociación del tambor con el ejecutante, ambos representan una sola entidad.

Y es que para saber tocar los tambores batá, se debe pasar por un arduo proceso de entrenamiento y consagración, escalar toda una gama de rangos en medio, antes de llegar a ser maestro, pues su función es, nada más ni nada menos, que establecer una comunicación directa entre la tierra y los orishas.  

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