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¿Cómo surgió el tambor y su sagrada melodía? Patakí de Changó

Tambor para Changó

Changó gobierna los relámpagos, los truenos, el fuego, pero también es dueño de los tambores y la danza. Y es que ambos poderes se entrelazan en una fiera pasión y alegría intensa de vivir.

Es un orisha guerrero de inteligencia e ingenio agudo, temperamento irascible y está caracterizado como la virilidad en todo su sentido. Y así es la música que gusta al Orisha: masculina, enérgica y posesiva, apasionada y con ansias de batalla.

Changó es el dios de la danza y la música y dueño de los tambores Batá, Wemileres, Ilú Batá o Bembés, pues cuenta la leyenda que fue él quien primero tocó un tambor.

Pataki: Changó y la magia del Tambor

Cuenta este patakí que un día se reunieron Ogún el cazador del monte y Ochosi el justiciero, porque deseaban hacer algo que los alegrara y pusiera a todos a bailar.

Para ello necesitaban algo que produjera un sonido agradable, musical, para que moviera los pies y llegara hasta el alma de cada cual, buscando la alegría y el bienestar.

Así que decidieron ir a ver al sabio del monte, Osain, para que les aconsejara cómo fabricar un instrumento que produjera hermosos y alegres sonidos.

Osain, conocedor de todos los palos del monte, rápidamente supo cuál palo produciría un sonido tan atractivo que todos querrían moverse a su ritmo.

Les dijo entonces a Ogún y Ochosi que debían cortar un cedro de regular tamaño y luego ahuecarlo.

Así lo hicieron y cuando terminaron de ahuecar el árbol, Ogún utilizó cuero de chivo para ponerle parches al instrumento.

El primer tambor y el dueño del rayo

Así fabricaron el primer tambor y alegres, ambos se pusieron a tocarlo, pero no lograban sacarle un sonido agradable.

Shangó, que andaba por allí, se sintió irremediablemente atraído por los sonidos de aquel tambor y así llegó hasta donde estaban reunidos y pidió que lo dejaran tocarlo.

Los Orishas no se negaron y dejaron que el dueño del trueno probara suerte con el nuevo instrumento.

Y Shangó tocó entonces el instrumento con tal maestría que los presentes se pusieron a bailar de inmediato y todo el que se encontraba en las cercanías acudía al llamado de la música del tambor.

Con tanta alegría y fiesta, a Ogún y a Ochosi se les olvidó que habían sido ellos los fabricantes del tambor y desde ese día Shangó no soltó el instrumento nunca más.

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