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La hermosa historia de Yewá, la Orisha Reina de los muertos

Historia de Yewa

Yewá en la religión yoruba es representada en la pureza, la castidad, la virginidad y la esterilidad. Vive en el camposanto y lleva los Eggún o espíritus de los difuntos a Oyá, su hermana.

Es la dueña de la sepultura, está entre las tumbas y los muertos y vive dentro del féretro, en el sepulcro. Representa la soledad y la contención de los sentimientos humanos.

La Orisha Yewá es oscuridad, es tiniebla, es guerrera y muertera, una deidad muy poderosa que rige las tempestades de la vida y es capaz de controlar a los eggunes. Se le debe mucho respeto, y aunque su representación es tenebrosa emana bondad y mucho amor.

Pero, ¿cuál es la historia de esta Orisha tan pura y abnegada?

El patakí de Yewá y Shangó

Cuenta el patakí que, en un hermoso palacio de cristal, vivía Obatalá, con su hija Yewá, que era una joven tan bella como la primavera y poseía una risa alegre y ojos brillantes.

Pero Yewá para Obatalá era el símbolo de la pureza y virginidad, por lo que se negaba a dejarla ver el mundo fuera del palacio de cristal.

Por eso Yewá jamás había tenido la oportunidad de ver algún hombre, pues su padre le había prohibido la compañía masculina, debido a que así se lo había comunicado el oráculo.

Pese a ello era una mujer que vivía alegre y feliz, y cuidaba el hermoso jardín del palacio donde todo florecía bajo sus certeras y milagrosas manos.

No obstante, pronto se conoció en el cielo y la tierra la belleza de la joven escondida en el palacio de cristal. Y así se enteró Shangó, el más mujeriego de los dioses, el rey del baile, del fuego y el tambor, y se propuso que la conquistaría, sin hacer caso a Elegguá, que le pidió no quebrantar la paz espiritual y las decisiones del sabio padre Obatalá.

Shangó llegó al palacio y rápidamente el jardín dio la alarma de que Yewá se acercaba, pues se escucharon los cantos de los pájaros y las flores comenzaron a abrir sus pétalos.

El encuentro de la hermosa Orisha y el Rey del baile

Yewá hizo su entrada y Shangó quedó impactado por tal hermosura. Así que le rogó a la bella muchacha vestida de rosa que lo mirara y le permitiera ver sus ojos.

Shangó, le insistió y le dijo “Mírame”, hasta que finalmente Yewá volteó y sus miradas se encontraron.

La bella orisha también al ver a aquel hombre tan masculino y sentir su voz tan profunda y varonil, sintió despertar sentimientos dormidos.

Pero la joven se asustó y emprendió una loca carrera, por lo que Shangó supo que no volvería a ver a la hermosa joven.

Yewá no paró de correr hasta caer avergonzada a los pies de Obatalá, y le dijo: “padre le he visto el rostro a un hombre, y me he enamorado de él”.

El castigo de Yewá, vivir en el sepulcro

Obatalá se sintió afligido, pues sabía que debía castigar a su hija por desobedecer su mandato. Al preguntar sobre su castigo, Yewá le imploró que la llevara a un lugar muy lejos, donde no pudiera ver a ningún hombre y nadie la quisiera visitar.

Entonces Obatalá la designó como reina de los muertos, y desde entonces ella vive en el camposanto apartada de todos los seres vivos. Ella se oculta dentro de los ataúdes para resguardarse de los hombres y vive pura y en soledad.

Una hermosa historia donde Yewá se muestra abnegada y se castiga a ella misma, la obediencia y el respeto a su padre Obatalá era tan grande e inmenso que se destinó a vivir para siempre en la oscuridad de la noche, y de la vida.

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