Shangó, es el Orisha líder en la religión Yoruba. Es un Osha guerrero sumamente venerado y asociado a rituales de la danza, la virilidad, los truenos, del rayo y el fuego.
Es deidad de justicia y se le caracteriza como histórico y divino, descrito como un hombre de carácter explosivo que gusta de las comidas fuertes, picantes o bien condimentadas y el vino tinto, pues esa constituye la bebida predilecta de los guerreros como él.
El orisha Shangó en la historia, es uno de los reyes de la religión Yoruba y representa la alegría de vivir de manera intensa, la belleza masculina, la pasión, la inteligencia y las riquezas.
Posee el control sobre el sistema religioso conocido como Osha-Ifá y fue el primer intérprete del Oráculo. Es el sacerdote del oráculo del Diloggún y del de Biange y Aditoto, por lo que se comunica con los Eggun y espíritus.
Shangó, Deidad justiciera
Cuenta la leyenda yoruba que Shangó fue un rey muy poderoso, un gran guerrero y un afamado brujo, pero que por equivocación destruyó su casa, a su familia, a su esposa e hijos y luego de esto se transformó en Orisha.
En la historia, Shangó se considera un Orisha, por un lado, un Dios fuerte, valiente y justo, pero que puede llegar a ser tirano, violento e impetuoso.
No obstante, en la Regla de Osha (santería) se asocia a la razón, al conocimiento y el intelecto, así como los valores de la justicia y el derecho.
Pero como también es la esencia de la masculinidad, muchos de sus patakis, narran sus batallas por el amor de las mujeres, por el baile y la diversión. Es por ello que muchas de las ofrendas que le hacen están destinadas a pedir amor.
Rey de Reyes, la leyenda de Shangó
Cuenta el patakí que Shangó era un joven que nadie quería porque era demasiado travieso e impulsivo, hasta que creció y descubrió el arte de la adivinación y con él, el método del Ekuele, que es la cadena de adivinación.
Un día el joven se encontró a un hombre llamado Orunmila, el adivino y consejero del mundo, que le reprendió por llevar una vida problemática. También le reveló que era un descendiente directo del Rey Oduduwa y que por ello tenía derecho al trono, pero que no se lo había ganado.
Entonces dijo Orunmila, “Los reyes no nacen, los reyes se colocan” y le cambió a Shangó su método adivinatorio a cambio de hacerlo Rey.
Así fue como Shangó fue el cuarto Alafín o rey de Oyó y formó parte de la segunda dinastía de Oduduwa luego de la destrucción de Katonga.
Shangó fue entonces con el objetivo de mostrar nuevamente la fe yoruba al pueblo y que así disfrutaran de una vida mejor bajo los preceptos del Dios único.
Pero como era muy estricto, lo tildaron de tirano y como las leyes estipulaban que, si un rey ya no era aceptado por su pueblo, este debía morir, la leyenda cuenta que Shangó se ahorcó, pero resucitó y comenzó a ser adorado como el Orisha denominado “El Señor de los truenos”.