Olofin es el responsable de todas las cabezas y de las cosas que existen en el universo y tiene potestad sobre los orishas y sobre las cosas que se relacionan directamente con Olodumare en la tierra.
El Creador imparte justicia y se apoya en los consejos de Orula y sus babalawos para tomar las decisiones vinculadas a los hombres.
Para realizar cualquier acto, los orishas están obligados a tener la aprobación de Olofin y el consejo de Orula. Olofin es el patriarca de los yoruba y regidor del mundo.
Patakí: Olofin y Oloñi, el babalawo más joven
Un buen día, el Creador, Olofin, ordenó que tres babalawos reconocidos por sus excelentes consultas, acudieran a su presencia para que le revelaran qué sucedería en su casa.
Así que los dos babalawos de mayor edad tiraron el ékuele y descubrieron que sucedería una desgracia, pero por temor a una represalia de Olofin, decidieron no decirle y le contestaron que no había nada que temer.
Pero el más joven de los tres que se llamaba Oloñí, discrepó de los mayores y dijo que el ékuele presagiaba la muerte de un niño.
Así discutieron todos y nunca llegaron a un acuerdo. Cierto tiempo después, murió un hijo de Olofin, quien se indignó mucho y decidió volver a llamar a los babalawos.
El castigo de Olofin ante la mentira
Nuevamente llamados a presencia de Olofin, los babalawos llegaron al palacio y el Creador les preparó tres jícaras tapadas.
Les indicó a los babalawos que se sentaran a la mesa, pero Oloñí, que había consultado esa mañana, dijo que él comería solo.
Cuando se retiraba a un rincón de la casa para comer, vino un águila y se lo llevó a una montaña donde encontró grandes riquezas, la recompensa de Olofin por decir la verdad.
Los otros dos, por mentirosos, tuvieron para comer, desperdicios que les brindó Olofin.
Pataki: El aviso de Elegguá y los babalawos
Un día Olofin se sintió enfermo y llamó a los babalawos para que lo registraran con sus medios de adivinación.
Los babalawos en consulta, vieron que era necesario hacerle Ifá a Olofin para que mejorara. Pero pronto discutieron sobre la cuestión de Olofin, «si ya es rey, ¿para qué quiere más corona?”, afirmó el más viejo de los presentes.
Los demás estuvieron de acuerdo, y decidieron no darle a conocer la letra a Olofin. Pero cuando se dirigían a casa del creador, Eleguá que había oído toda su discusión, silbó.
Olofin escuchó el aviso y sabía que irían a mentirle, así que esperó tranquilamente. Cuando los olúos le dieron su falso veredicto a Olofin, este los castigó por sus mentiras.