Este pataki (leyenda) demuestra que los secretos de Olokun se respetan y no le gusta que seamos curiosos.
Olokun es la deidad del panteón yoruba que habita en las más profundas aguas del océano, donde absolutamente nadie ha llegado. Es una deidad de mucho poder, misteriosa y con cualidades físicas particulares, se dice que es muy hermosa, pero posee también características masculinas.
Es proveedor de salud y abundancia a los hombres en la tierra, tiene un carácter impetuoso y no se debe molestar en vano. Aquello que se le pida de corazón al Orisha será recibido, pero jamás se debe incurrir en faltas de respeto, porque es calamitoso y justiciero.
El fondo del mar guarda los más intrínsecos secretos y le pertenecen a Olokun…
Vivía un pescador con su esposa y sus tres hijos en una época en que cada día salía a pescar y regresaba con las manos vacías a su casa.
Como con la pesca le iba mal, decide internarse en el monte a ver que podía cazar y llevar a su familia como alimento para comer.
Andando de un lado para otro se encontró con un hombre, estos comenzaron a conversar y al ver tan turbado al cazador le pregunta por qué estaba así tan mal.
Entonces este le comienza a contar que cada día iba de pesca y como no obtenía nada andaba en el monte ya cansado buscando qué llevar a su hogar.
El hombre le dice:
“Te ayudaré, abre tus manos y pondré en ellas algo que debes guardar celosamente y ponerlo en un lugar donde nadie lo toque ni pueda ver ni curiosear”.
Se despide del hombre, le da gracias y llega a su hogar para advertirle a su esposa e hijos que pondrá algo en un lugar y que por nada del mundo deben mirar o tocar.
Entonces llegó el otro día y el cazador fue de pesca, y a partir de ese momento la caza fue abundante, sus ganancias aumentaron y su suerte cambió.
El secreto de Olokun es descubierto y la desobediencia se castiga:
Su esposa era muy curiosa y cada día quería ver lo que su esposo guardaba con recelo. Llama a sus hijos y les dice que vigilen a su padre, que necesita que cuando vean que él anda lejos de la casa, aprovechen y vayan a mirar lo que este guardaba en secreto.
Los hijos fueron a mirar, y tan pronto miraron cayeron en el piso muertos.
Su madre al verles comenzó a dar gritos e histérica salió dando voces. En ese momento su esposo regresaba y le contó lo que había sucedido pero que ella era la única culpable pues los había mandado a mirar.
El cazador comienza a recordar, que aquel hombre le había dicho que si tenía algún problema llamara a Olokun en el lugar donde había guardado su secreto y el orisha le respondería, que comentara su problema y ofreciera una ofrenda.
Se dirigió donde guardaba el secreto y llama a Olokun, le dice lo sucedido y ese día traía un Eyá Oro que había pescado y se lo muestra a Olokun y le dice:
Olokun no te traje hasta mi hogar para que le diera muerte a mis hijos, te traje para tener estabilidad y salud también para mi familia, por favor acepta esta ofrenda de Eyá Oro y devuelve la vida a mis hijos.
El hombre colocó el Eyá Oro sobre Olokun y enseguida sus hijos abrieron los ojos y les volvió la vida.
Por su gran agradecimiento a Olokun tomó el Eya Oro y lo devolvió a la mar.