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El padre sabio Obatalá nos enseña a compartir con justicia ≫ Pataki

Pataki Obatalá y el pez

A Obatalá, padre Orisha y deidad de importante influencia dentro del Panteón del culto Yoruba, le rezamos por sus bendiciones para distintos aspectos de nuestra vida, pues es el gran sabio y benefactor de aquellos que lo veneran y respetan.

Se considera que en Obbatalá está enmarcada toda la creación de la humanidad, y a él se debe la presencia del hombre en la tierra, por ello es el padre Orisha, aquel que conoce los secretos de la vida y que puede interceder por nosotros siempre que lo tratemos con sumo respeto.

Obbatalá es el encargado de todas las cabezas y pensamientos de las personas. Él controla el funcionamiento de todos los órganos del cuerpo, y la mente humana, por lo que puede actuar como juez y solucionar muchos conflictos.

Como principal creador del ser humano, es considerado un santo ideal al cual dirigirse a la hora de presentar dificultades en la vida, pues él puede ayudar a todos sus devotos. Si nos dirigimos a él con devoción incondicional y deseos de mejorar en la vida, nos guiará en el camino espiritual.

Pataki: Las enseñanzas de Obatalá a los hombres

Cuenta este patakí que un día dos amigos se fueron de pesca y tras largas horas de esfuerzo solo obtuvieron un pez.

Como ya se marchaban, comenzaron a discutir para ver a cuál de los dos le correspondía el botín. Y así uno alegaba que era suyo, pues él había traído la vara y el anzuelo.

El otro reclamaba su derecho al pez, pues le pertenecía la carnada y el éxito de la captura.

En medio de la disputa apareció un tercero que reclamaba el pescado argumentando ser el dueño de aquel lugar y que debían pedirle permiso para pescar en su río. La discusión siguió por largo tiempo y parecía que nunca iban a ponerse de acuerdo.

El pez y la decisión del Padre Orisha

La disputa llegó a alcanzar tales dimensiones que el gran padre Orisha, Obatalá, despertó de su siesta y decidió ir a solucionar el problema, poner orden y administrar justicia.

Así se dirigió al lugar en el cual se encontraban los hombres y les dijo:

  • “Todos tienen razón, pues en realidad cada uno aportó algo imprescindible, por lo que a cada cual le corresponde su parte de la captura”.

Así, compartió el pez entre los tres hombres diciendo, para el dueño de la vara y el anzuelo será la cabeza, al que puso la carnada y lo pescó, le toca el centro. Y al dueño de la tierra que no había participado en la actividad, le otorgó la cola.

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