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La Paloma Blanca es un animal sagrado en la Religión Yoruba ≫ Pataki

Pataki Olofin y las palomas blancas

Relata el Pataki que las palomas vivían en la manigua a su suerte, pasando precariedades.

Eleggúa, el Orisha dueño de los avatares del destino se compadeció de la situación de las mismas y decidió hablar con Olofin para que las acogiera en su palacio y les ofreciera techo y comida a cambio de que estas llevaran sus mensajes a los demás Orishas y seres humanos.

Las palomas llegan al palacio del creador Olofi y hacen ebbó

Cuando las palomas llegaron al palacio de Olofin en el reino de los cielos fueron recibidas con muchos lujos, por este motivo los demás animales se sintieron celosos de su suerte y comenzaron a conspirar en secreto para perjudicarlas, pretendiendo influir en el comportamiento de las mismas para que el gran Orisha se decepcionara de ellas y las desterrara al plano de la tierra.

Olofin que se encontraba al tanto de la situación le pidió a Orunmila el gran Oráculo de Ifá, que les hiciera ebbó con el fin de librarlas de todos los males que las asechaban.

Las palomas obedientemente siguieron los consejos de Ifá, entonces Olofin complacido las hizo sus mensajeras pues consideraba que unas aves tan puras merecían el honor de llevar su palabra a quien la necesitaba.

Olofi recompensa la gratitud y lealtad

Al pasar de los años las palomas con plumajes teñidos olvidaron su compromiso con Olofin y ya no deseaban seguir transportando sus mensajes, pues consideraban que merecían mejores retribuciones por sus trabajos.

Mientras que sus hermanas las palomas blancas se mantuvieron fieles en su promesa de gratitud y decidieron seguir prestando sus servicios al gran Orisha que en antaño las había acogido en el calor de un hogar.

«Solo las palomas blancas serían sagradas y tocarían la cabeza de los religiosos»

Las palomas que desertaron de su misión fueron expulsadas del reino de los cielos y regresaron a la tierra donde comenzaron a pasar nuevamente precariedades, pues ya no poseían un hogar que las protegiera del frío y la lluvia, estando ausente a su vez los alimentos y el cobijo.

Arrepentidas de su decisión fueron al pie de Olofin a suplicarle su perdón y a pedirle que las abrigara nuevamente bajo su manto.

Este decidió darles una nueva oportunidad a pesar de sus errores, aunque dejó en claro que solo las palomas blancas serían sagradas y tocarían la cabeza de los religiosos.

Exigió que el resto de las palomas tendrían que respetar la jerarquía que a partir de ese día se establecería dentro del Panteón Yoruba, donde solo las blancas serían las encargadas de conocer sus mensajes confidenciales.

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