La desconsideración de los Hijos causa al Padre un gran dolor

Ogbe Wale era un hombre consagrado en la religión yoruba, que siempre seguía obedientemente los consejos de Orula el gran adivino de Ifá.

Este al tener un buen astral era envidiado por muchos en su pueblo.

A pesar de que realizaba buenas acciones hacia sus semejantes estos no lo consideraban y jamás reconocían su valor, hechos que ignoraban hasta sus propios hijos.

Pataki donde Ogbe Wale no era reconocido por sus buenas acciones

En cierta ocasión Ogbe Wale fue a visitar a Olofin con el fin de pedirle que terminara con su vida, pues estaba cansado de realizar buenas acciones y no ser reconocido por sus semejantes.

Doliéndole incluso más, que sus propios hijos ni siquiera se ocupasen de él.

Olofin le negó la petición a Ogbe Wale alegando que todavía no era su tiempo de permanecer en su reino, explicándole a este:

Que debía permanecer en la tierra pues muchas cosas aún estaban por suceder y él debía presenciarlas.

Desde ese día Ogbe Wale se entristeció y permaneció encerrado en su casa, de la cual se negaba a salir.

Sus hijos al ver lo que había sucedido con su padre no le dieron importancia al asunto, pues pensaron que pronto se le pasaría.

Sus enemigos al percatarse que Ogbe Wale estaba pasando por un mal momento se alegraron, mientras que un grupo muy pequeño de amigos se interesaron por su salud.

El consejo de Olofin unió a Ogbe Wale y sus hijos

Cuando las cosas no le comenzaron a salir bien a los hijos de Ogbe Wale estos fueron a ver a Olofin quien les recriminó su actitud desinteresada hacia su padre.

El Orisha no comprendía como lo habían dejado solo en la situación en la que se encontraba, sabiendo que estaba triste y que por este motivo no se alimentaba bien.

Olofin les comunicó que debían ir todos a disculparse con él y que a partir de ese día su actitud debía cambiar, volviéndose un poco más preocupados y cariñosos, pues Ogbe Wale lo merecía al haber sido un gran padre para ellos y un excelente ser humano.

Los hijos de Ogbe Wale tomaron conciencia sobre lo que Olofin les aconsejó, yendo inmediatamente a la casa de su padre a visitarlo.

Al ver su condición se sintieron culpables por no haberlo considerado como este merecía y desde ese momento comenzaron a atenderlo y a dedicarle tiempo.

Ogbe Wale se sintió querido y gracias a la ayuda de Olofin vivió muy feliz hasta el final de sus días.