Este odun narra la vida de un individuo que poseía suerte para el dinero, este había logrado acumular una pequeña fortuna, la que derrochaba en juego y mujeres.
Pataki donde Orula marca ebbó y se ignora su palabra
Debido a esta vida de excesos el hombre se vio amenazado de quedar en la extrema pobreza, por lo que corrió impetuoso a casa de Orunmila con el afán de que el adivino interviniera en su destino brindándole la inteligencia y estabilidad que tanto necesitaba.
Orunmila lo consultó saliéndole el odun Odi Meji a través del que Ifá le advertía de los peligros que le rondaban.
Este le marcó la realización de un ebbó con el fin de que el religioso lograse alejar los osogbos de su vida.
El hombre luego de haber escuchado las palabras del oráculo de Ifá partió de regreso hacia su casa, durante el trayecto se mantuvo pensativo, centrado en la idea de que gastaría en el ebbó el poco dinero que le quedaba.
Elegguá quien divisó la llegada del hombre desde lo lejos, tomó tres muñecos y les confirió la posibilidad de poseer vida al introducirles tres espíritus dentro, con esta acción les permitió el privilegio de moverse y hablar voluntariamente.
Por desconfiar de la palabra de Ifá sufrió las trampas de Eleguá
El individuo al toparse con Elegguá y sus muñecos quedó maravillado, este le preguntó al guerrero el nombre de los hombrecillos.
- Eshú le contestó que se llamaban Shishirikú y que se los vendería solo si le compraba los tres juntos.
Entonces el religioso creyó que comprar los muñecos sería mejor inversión que realizarse el ebbó, pues a través de estos podría ganar mucho dinero.
De esta forma partió el hombre hacia su casa y cuando llegó la noche y se dispuso a dormir, los tres espíritus se liberaron y corrieron por toda la casa gritando y revolucionando todo el ambiente.
El hombre muy asustado comenzó a encender todas las luces y mientras más se exaltaba los espíritus arremetían con mayor furia.
Por lo que se vio obligado a tomar los tres muñecos y salir corriendo hacia la casa de Orunmila, pedirle perdón por su falta y suplicarle por su ayuda.
El religioso se vio obligado a realizarse varias ceremonias para poder librarse de los Shishirikú y de las perturbaciones que habían causado en él.
Eshú había timado al individuo con la venta de los muñecos como castigo por la actitud del hombre, quien se había mostrado desconfiado del poder y la palabra de Ifá.