Mucho se respeta en la religión yoruba, la importancia de la conexión con nuestro Ori, la cabeza de una persona en su modo más espiritual, aquella que une la suerte con la conducta.
Considerada como la deidad universal de la casa y la suerte, adorada por ambos sexos como dios del destino. Es aquel que se encuentra en la cabeza y gestiona, como mencionábamos, la buena suerte o mala fortuna.
Se aclara siempre que dicha fortuna se relaciona siempre con la conducta y características de la persona y su estable conexión con Ori.
Patakí yoruba: Orula, Ori y la fortuna
Cuenta este patakí que un hombre se encontraba en una pésima situación y sufría mucho. Las cosas le salían tan mal que un día decidió ir a ver al gran adivino Orula para que lo ayudara.
Luego de consultarlo, el sabio le dijo que su desgracia venía por su propia cabeza, porque había sido malagradecido y por ello no estaba ya conectado con su Ori de buena manera, así que no contaba con protección ni buena fortuna y tenía a la Muerte atrás.
Para que pudiera salvarse, Orula le explicó que era necesario hacer rogación con una lata de epó (Manteca de Corojo), dos gallinas, dos pollos y la ropa que llevaba puesta, y luego ponerla al pie de un árbol seco.
Al hacerlo, le contó que sentiría un ruido muy grande, pero no debía asustarse, en cambio, debía mirar para saber qué lo había producido.
El regalo del Ebbó
Gran sacrificio tuvo que hacer el hombre para obtener las cosas necesarias para el ebbó (limpieza), pero al fin lo hizo a la perfección tal y como lo había aconsejado el adivino.
Luego buscó un árbol seco para depositarlo, y así llegó al jardín de un castillo en ruinas, donde encontró el lugar apropiado.
Cuando lo puso en el suelo y viró la espalda, un ruido estremecedor le hizo correr, pero recordó las palabras del sabio Orula y regresó al lugar.
Para su sorpresa, al pie de un muro recién caído encontró un gran tesoro, propiedad del antiguo dueño del castillo y que nadie había podido descubrir, así que se quedó con toda la riqueza de aquel lugar.
Recordemos ser agradecidos
Pero cuando la fortuna sustituyó a la miseria, y el hombre se volvió rico y poderoso, también se tornó vanidoso y olvidó a Orula, el consejero que le permitió ahuyentar la mala suerte, el osogbo y la miseria, y a todos los que lo habían ayudado.
Entonces su felicidad se esfumó, así como su riqueza material y espiritual y, volvió a quedar en la pobreza, pero ahora, para siempre.