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Patakí: La Letra del año que nadie cumplió excepto Orula

Orula y la letra del año

Olofin y el sabio Orisha, Orunmila, tienen un amplio vínculo como aquellos que representan al Dios Supremo Olodumare en la Tierra y comunican sus decisiones. Ellos se unen en la creación del hombre y las acciones de estos en la Tierra.

Los hijos de Orula, son los babalawos, testigos de Olofin que transmiten y establecen una conexión intrínseca entre las deidades y los hombres.

Orunmila es el adivino, el consejero, que simboliza la renovación, la transmutación, el cambio, lo misterioso, y, sobre todo, la historia y la sabiduría.

Las leyendas yorubas cuentan que cuando Olofin creó la existencia del universo, Orunmila estaba ahí como testigo de todo lo que existiría.

A Orula, ayudante de Olofin como benefactor de la humanidad y hacedor de una gran obra al servicio de Ifá, el Creador le permitió ser testigo de cómo insuflaba el soplo de la vida a los cuerpos hechos de barro por Obbatalá.

Es por ello que Orula es aquel consejero que consulta a las personas e interviene en el destino, aunque sea el más adverso para ayudar, guiar y advertir sobre los avatares de la vida.

La historia de Orula en la ceremonia de apertura del año

Cuenta este patakí que un buen día el gran Olofin mandó a buscar a los Orishas para la ceremonia de apertura del año y todos asistieron elegantemente vestidos a la espera de un nuevo comienzo lleno de retos, oportunidades y dichas.

Pero el adivino Orula, que llegó último, acudió a los festejos en ropa de trabajo y con cuatro ñames en la mano. Al verlo así, los demás Orishas comenzaron a comentar y a burlarse del sabio adivino.

La humilde decisión de Orula fue la correcta

Sin embargo, cuando salió la letra de ese año, decía que pronto iba a faltar la comida y que la vida cambiaría para todos.

Pero como en ese momento los Orishas estaban pasando por buen momento y todos poseían riquezas, se olvidaron de la advertencia y comenzaron a gastar los recursos sin preocupación, ignorando por completo la letra de falta de abundancia que se había marcado.

Pero la letra del año se cumplió y llegó un momento de fuertes dificultades económicas para todos.

Así que tuvieron que pedirle comida a Orula, que fue el único previsor que sembró los ñames para prepararse ante los momentos de escasez. El adivino, sí logró tener comida todo el año, porque no ignoró la palabra de Dios y siguió los consejos que se habían marcado.

Una gran lección que todos debemos aprender, las prohibiciones, consejos y advertencias que se indican en la religión yoruba deben seguirse y respetarse, porque su palabra es sagrada y no se debe ignorar jamás.

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