La Oración creada bajo el título de Salve es una de las plegarias más famosas que se ha creado para venerar a la Virgen María y a las demás santas marianas pertenecientes al templo católico.
Dicha oración fuese escrita originalmente en latín y posteriormente traducida en diferentes idiomas fundamentalmente español e inglés.
Salve ha sido llevada incluso a partituras musicales llegando a recorrer de manera digital y física todo el mundo en actos de fe y amor al prójimo.
A través de sus estrofas el rezo se encauza a glorificar a la Virgen María y a obtener la redención mediante su perdón y protección.
Su autoría actualmente se considera anónima, aunque ha sido atribuida a lo largo de los tiempos a diversos autores entre los que destacan personas dedicadas a la procesión de la fe.
La Oración escrita para conmemorar a la Virgen María ha sido evocada en diversos momentos entre los que destacan:
- La Romería del Rocío,
- en honor a la inmaculada concepción en sus fiestas patronales,
- se recita al finalizar el santo rosario y
- para pedir la protección de la madre de Cristo.
La intercesión de la Virgen milagrosa como abogada defensora de los hombres y mujeres es la esperanza de todo aquel que recita el Salve, esta plegaria suele acompañarse del padre nuestro.
¿Cómo es la oración «Dios te Salve Reina y Madre»?
Mediante el Salve el hombre pide a la Virgen que lo conduzca al finalizar sus días con dulzura a la tierra prometida, paraíso al que anhelan ir a descansar de la mano de nuestro señor Jesucristo las almas de los seres humanos.
Los religiosos ven en el rezo a la Virgen la solución al perdón necesitado y la expiación de sus pecados, pensando quizás que el peso de sus buenas acciones supere con creces sus defectos y equivocaciones.
Salve: una plegaria a la fe y la salvación
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.