Orula es el gran adivino del panteón yoruba, cuyas cualidades representan la sabiduría, la razón y las buenas decisiones.
Es el gran benefactor de la humanidad, el sabio, el mensajero de Ifá y el principal consejero de los hombres en la tierra. Es el Orisha de la adivinación, el oráculo supremo y revela el futuro a través del secreto de Ifá.
Pero Orula también representa la sabiduría, la inteligencia, la picardía y la astucia, pues conoce el destino de todo lo que existe y quienes no acatan los consejos de Orula, sean hombres u Orishas, pueden ser víctimas de los Osogbos (energías negativas) y de todo lo malo que existe en la tierra.
La palabra de Orula es tan sagrada que jamás cae al piso, cuando nos llega su mandato debemos seguirlo y respetarlo, de lo contrario las consecuencias afectarán el cumplimiento de nuestro destino.
El gran adivino de la religión yoruba fue testigo de la majestuosa creación del universo junto al Dios Supremo Olodumare. Orula habla directamente a los hombres y trae un mensaje divino hasta nosotros, a través de él podemos alcanzar la misión que nos fue encomendada a cada persona en la tierra.
Mostramos ahora, una de las leyendas yorubas que refiere la picardía y la astucia del gran adivino yoruba.
Pataki de Orula y Olofin
Cuenta el patakí (leyenda) que un día Orula decidió engañar a Olofin y para ello apostó con el Creador a que el maíz tostado de un campo en lamentable estado, paría.
Olofin, en calidad de Creador Supremo, estaba seguro de que era imposible que ese desdichado campo pariera, pues estaba prácticamente acabado y asolado por la plaga.
Así que confió en sus instintos y aceptó la apuesta en el convencimiento de que la ganaría. Pero nunca imaginó que Orula haría uso de su astucia y picardía para ganarle de todas las maneras posibles.
El gran adivino yoruba ideó un plan para engañar a Olofi y para ello llamó a Eleguá, el dueño de los caminos y al Rey del trueno, Shangó y se puso de acuerdo con ellos para ganarle la apuesta al Creador.
El día acordado, el adivino Orula acudió con un saco de maíz tostado y lo sembró en el campo escogido por Olofin, seguro de su victoria.
Después, fue al palacio de Olofin a esperar el tiempo necesario para que el maíz, planta sagrada, pariera.
El plan de Orunmila para engañar a Olofi
Pero su plan consistía en que Shangó, dios de los rayos, hiciera tronar en el cielo para ayudar con la luz de los relámpagos y que Eleguá por su pequeño tamaño y su agilidad, podría cambiar fácilmente todos los granos del campo por otros en perfecto estado.
Así, Elegguá hizo germinar los nuevos granos de maíz y cuando al cabo de varios días, Olofin fue a ver el campo para ver si realmente el maíz había parido, encontró plantas germinando.
Olofin se quedó muy sorprendido y tuvo que pagarle lo apostado a Orula. Y el adivino, en secreto, compartió lo ganado con Shangó y Eleguá.
Así demostró el sabio yoruba su inmensa astucia, llegando incluso a engañar al Creador Olofi. Y aunque practicar el engaño no nos deja una buena enseñanza, en este pataki Orula nos regala un consejo, «en la unión está la fuerza», con la ayuda de otros lo que no se creía posible, se convierte en realidad.