Los enemigos siempre los visualizamos como personas que desean de todo corazón causarnos grandes dolores y tristezas en nuestra vida, pero viendo el lado positivo, la función de estas personas es aún más trascendente.
Alguna vez leí algo que marcó mi forma de percibir a los llamados “enemigos” y es que absolutamente todas las personas que pasan por nuestro camino de una forma u otra son maestros excelentísimos de vida.
¡Cada persona nos enseña algo importante en esta vida!
Es cierto que algunas veces el aprendizaje llega a través de la miseria, el dolor y el gran daño que causan a nuestro espíritu, pero todos también sabemos que todo sucede por algo.
Alguna enseñanza siempre nos deja este tipo de situaciones, en las que a partir de una crisis y un gran caos crecemos con más impulso de lo que hubiéramos sido capaces de hacerlo en circunstancias de felicidad y tranquilidad.
Y sí, está comprobado que el caos es el único que logra grandes cambios interiores y exteriores, a veces en estos casos tenemos que darles las gracias a nuestros grandes amigos “los enemigos”.
No veamos solo la paja en el ojo ajeno…
Lo importante es aprender, tomar la ruta de las personas que intentan hacernos daño como un proceso de sabiduría y aprendizaje, siendo conscientes que siempre tenemos algo de culpa y no solo ellos son una paja en el ojo ajeno.
A veces también somos nocivos y conflictivos, tóxicos, y somos nuestros propios enemigos en un mundo en paz, está en nosotros la capacidad de descubrir las batallas que se libran en nuestro interior y analizarlas, para comprender donde se esconde el verdadero enemigo.
¡Hacer las paces nos libera!
Entonces podrás hacer las paces, mirarte al espejo y comprender que nuestros enemigos son la proyección de nosotros mismos, un enemigo interno que lo único que expresa es una total oscuridad hacia el exterior.
No obstante, si creemos que una persona realmente obstaculiza, daña, envidia… recuerda que en esta vida todo se paga, y no podemos ir por la vida haciendo justicia, para ello existe Dios.
Permitamos que nuestro ser se aleje de los enemigos, ya sean interiores o exteriores, debemos perdonarlos, dejarlos ir, y permitir que el aprendizaje que desde ellos hemos obtenido nos haga crecer espiritual y mentalmente, porque:
No es lo que sucede lo que nos define,
sino aquello que decidimos ser mientras sucede.
Entonces… ¿es posible amar a nuestros enemigos?