Oggún es el amo y señor del hierro que vive oculto en el monte y simboliza todos los comienzos y el principio de los sucesos en el universo, también es la mañana, la primavera, y los poderes de mando, la fuerza, la violencia y la autoridad.
Es el segundo Orisha y se recibe después de Elegguá, como uno de los guerreros, es patrón de los herreros, de las guerras, de la tecnología, de los cirujanos del ejército y de todo aquel que trabaje con los metales.
Es Oggún, dueño de los caminos, así como de los montes y mensajero directo del padre de todos, Obbatalá.
Sin embargo, la historia yoruba del dios del hierro, los minerales, las montañas, las herramientas y todo lo relacionado con la forja de metales, cuenta, que vaga solo por los bosques tras maldecirse a sí mismo por su afrenta a su madre, Yemayá.
Así que se escondió en los montes con sus perros, y oculto de todos los hombres. Pero una diosa tuvo el don de atraerlo nuevamente a la sociedad.
Oggún y Oshún, una Historia de amor
Cuenta el pataki, que Oggún se fue a vivir para el monte avergonzado de su comportamiento y allí su trabajo en la forja se hizo escaso y de poca calidad, embargado de arrepentimientos y tristezas. Además, los Orishas temían que lanzara conjuros a la Tierra y consideraban que era necesario que Oggún regresara con ellos para vigilarlo.
Con diferentes métodos trataron de hacerlo regresar, una y otra vez, pero cada intento que realizaban era un fracaso.
Y cuando ya casi se daban por vencidos, apareció la Orisha del Amor y los Ríos, la bella Oshún y preguntó si podía hacer algo para ayudar, viéndolos a todos cabizbajos, atontados y preocupados.
Así, los demás le contaron a Oshún la necesidad de integrar nuevamente a Oggún, el dueño del hierro, a la sociedad y ella con su sabiduría y audacia planeó lo que debía hacer para sacarlo del monte.
La miel de Oshún atrae al Dios del Hierro
Oshún entonces decidió untar su cuerpo de miel y fue por Oggún al monte. Atravesando la manigua lo encontró trabajando.
La Diosa entonces comenzó a conversar con él mientras su olor embriagador a miel cubría el aire y llenaba los sentidos del Orisha herrero, que la siguió hablando por todo el camino hasta salir del monte.
Cuando Oggún prestó atención a sus alrededores se sintió sorprendido, pues ya estaba en la aldea rodeado de los Orishas que comenzaron a explicarle la necesidad de estar todos juntos.
Oggún comprendió y decidió volver a la sociedad, también porque había quedado totalmente enamorado de Oshún, a pesar de que la joven solo había conversado con él.
Pero pronto supo que ella estaba enamorada de Shangó y eso fue suficiente para que ambos Orishas, Oggún y el dios del trueno, nunca se llevaran bien.