Elegguá es protección, y uno de los siete dioses fundamentales del Panteón Yoruba, es el pequeño niño que siempre será el primero en la Regla de Osha (santería).
Es el primero en ser llamado en todo acto religioso o festividad y el último en despedirse, representando así el inicio y el fin de todos los caminos y también su importancia como el Orisha consentido.
Es Elegguá, el dueño de caminos y el mensajero de los dioses, a través de su mediación se llega a cumplir el destino del universo. También es el primero del grupo de los cuatro guerreros (Elegguá, Oggún, Ochosi y Osun), y en la naturaleza está simbolizado por las rocas.
Puede ser él, decisor de la felicidad o infelicidad de los seres humanos, y los mayores dicen que este Orisha puede hacer lo que desee en la Regla de Ocha, de él depende el destino de todo lo que se conoce en el mundo.
Elegguá contra los Orishas
Cuentan que un día se reunieron los orishas y acordaron quitarle el poder al Dios Olofin porque estaba muy viejo y ya no debía dar órdenes, sino transmitir el poder a alguien más joven y fuerte.
Pero nadie atrevía a desafiar al gran Olofin. Uno de ellos tuvo entonces la idea de darle un susto mortal usando un ekuté (ratón), que era uno de los grandes miedos del Creador.
- “Si le llenamos casa de ratones, huirá y nosotros seremos los dueños del mundo”, dijeron las deidades.
La intervención de Eleguá para proteger a Olofin
Muy alegres se sintieron con su plan de despojar a Olofin de sus poderes, pero olvidaron que Eleguá estaba detrás de la puerta, donde vive protegiendo al mundo y lo había escuchado todo.
El pequeño Elegguá no estaba de acuerdo con los demás Orishas por lo que ideó una estrategia para cambiar los planes acordados.
Así, Elegguá fue para la casa de Olofin y se escondió. Al cabo de un rato llegaron los orishas y lanzaron ratones dentro del ilé (casa) a cientos, que comenzaron a corretear por los rincones.
Olofin, temeroso, gritó al verlos y comenzó a decir que le iban a hacer daño. Con esas palabras corrió hacia la puerta para huir.
El deseo de Eleguá es concedido
Pero Elegguá le tomó la delantera afirmando que ningún ratón le haría daño. Y al mismo tiempo que gritaba eso, se los iba comiendo.
Cuando el joven Elegguá se comió todos los ratones, Olofin, enfurecido, castigó a los conspiradores.
En cambio, le dijo a Eleguá que le pidiera cualquier cosa que deseara en pago por haberlo salvado del malévolo plan de los Orishas.
- “Concédame el derecho de hacer lo que quiera”, le respondió Elegguá
Desde entonces se dice que Elegguá es el único Orisha que tiene permitido hacer lo que mejor le convenga en el panteón yoruba.