
Babalú Ayé es uno de los orishas más adorados y queridos en Cuba, a él acuden los desesperados y los enfermos en búsqueda de calma y sanación.
Es muy respetado en la Regla de Osha (santería), es el encargado de sanar todo tipo de enfermedades venéreas y contagiosas como la lepra, la viruela y en general cualquier tipo de pestes.
A Babalú Ayé le rezan por curaciones milagrosas y mucha salud, ayuda en la miseria y cura para las enfermedades mortales.
Sincretiza con San Lázaro, santo de la iglesia católica, y a ambos se les rinde gran tributo y agradecimiento el 17 de diciembre, este día sus devotos agradecen, ofrecen ofrendas y le rezan por curaciones, protección y salud en general.
Pataki: Babalú Ayé y su hermano Shangó
Cuenta este pataki que cuando se formó el mundo, Babalú Ayé, llevaba una vida de fiestas y mujeres y no cumplía con los mandatos de Olofi, pues se sentía demasiado importante como para rebajarse a cumplir reglas que le eran impuestas.
Por estar de mujeriego contrajo enfermedades y se llenó de llagas y así también llegó la peste a la tierra Yoruba.
Los sacerdotes asustados por las muertes, consultaron a los dioses a través del Oráculo del Diloggún y según lo que dictó el Oráculo, botaron a Babalú Ayé y lo desterraron echándole agua y diciéndole: «Ano burukú, unlo burukú».
Babalú Ayé se sintió desgraciado y lleno de arrepentimientos por la vida que había llevado, y vagó por muchos lugares, en cada uno de los cuales las personas lo miraban asustados y huían de su presencia o le ordenaban abandonar el pueblo.
Un día se encontró con su hermano Shangó, el rey del trueno, que venía de tierra arará, donde había muchas enfermedades y Babalú Ayé comenzó a llorar mientras le relataba sus penas.
Así le contó que cuando llegaba a cualquier pueblo le gritaban «Ano burukú» y lo trataban mal, llegando a lanzarle objetos para que se fuera.
Shangó enseña a Babalú a curar enfermedades
El poderoso Shangó, piadoso, le dijo a Babalú Ayé que lo ayudaría y así lo enseñó a curar con sagrados elementos, manteca de corojo, pan y maíz tostado.
Le transmitió todo su conocimiento sobre las curas de disímiles dolencias, que él mismo había obtenido a través de las enseñanzas del sabio Osain, el dueño del monte.
Así Babalú Ayé continuó orgulloso su camino, con nuevos conocimientos y gran sabiduría, y llegó a la tierra arará y salvó a los enfermos, a los más necesitados, a los hombres que tenían las peores enfermedades.
Con el reconocimiento público tomó el nuevo nombre de Asojin.
Desde ese día las personas le rezan y ruegan buscando su ayuda para el alivio de todo tipo de dolencias, tanto corporales como espirituales.

Oración al Viejito San Lázaro que no nos desampara ni de noche ni de día

La fuente milagrosa del Santuario de San Lázaro
