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¡No temas! La traición siempre es castigada por el Dios Olodumare

Pataki olodumare

Relata el Pataki que en cierta ocasión un joven huérfano vagaba solo por el mercado del pueblo, este contaba con solo dos pesos para sustentarse.

A pesar de que los productos eran muy baratos, sus ingresos eran muy pocos para subsistir por un mes, tratando de ahorrar al máximo sus finanzas realizó la compra más económica que pudo y partió a su casa de regreso.

Para llegar a su morada debía atravesar por el monte, en el transcurso de su viaje el joven comenzó a lamentarse por su mala suerte.

De repente de entre la maleza brotó Olodumare quien le ofreció al chico un trato.

Pataki: El trato del huérfano y el Dios Supremo Olodumare:

El Orisha supremo le pidió al huérfano que le diese el resto del dinero que había sobrado de la compra y que una vez que lo hiciera tendría en su hogar todo lo que siempre había anhelado, pero este debía seguir su camino sin preocuparse ni lamentarse.

El único requisito que no podía violar era el contar su acuerdo a ningún ser vivo, pues si esto sucedía los beneficios de su encuentro se romperían.

Cuando el joven llegó a la casa se sorprendió al ver que todo lo que un día había soñado se hizo realidad, ya no existían las enfermedades, se había erradicado la insalubridad en que vivía y la comida sobre la mesa era abundante.

Esa noche el muchacho se sintió muy contento y agradecido y se fue a la cama rebosante de alegría y satisfacción.

No todo es lo que parece ¡Cuidado con las dobles intenciones!

Poco tiempo después el chico se encontró con la jicotea quien le pidió refugio y alimento, y el joven al verse reflejado en ella se lo dio sin dudarlo.

Pero la jicotea no poseía buenas intenciones, no deseaba albergue sino toda la buena fortuna que el muchacho poseía.

Esta verdaderamente deseaba hacerse con su suerte y sus posesiones, por lo que comenzó a indagar sobre cómo el pobre huérfano había podido progresar tanto sin la ayuda aparente de nadie.

Al ver que su investigación no era válida, la jicotea conspiró con la lagartija y el majá con el fin de descubrir el secreto del joven.

La lagartija le pidió al gallo que tan pronto el muchacho saliera de la casa este le avisara mediante su canto y así sucedió.

Olodumare impuso un castigo a los traicioneros

Entonces la jicotea, la lagartija y el majá siguieron en secreto al muchacho hasta el palacio de Olodumare.

A su llegada Olodumare le preguntó al chico con quien venía a lo que este contestó que, con nadie, entonces el Orisha supremo mandó a que los bribones salieran de su escondite y así se descubrió su traición.

Como castigo Olodumare le impuso al majá una nueva forma de caminar, la cual sería a rastras, la lagartija a partir de ese día andaría pegada a las paredes y la jicotea que refugio quería andaría cautiva dentro de su caparazón.

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