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Al mentiroso siempre lo descubre la Justicia ≫ Patakí de Shangó

Pataki Shangó y el Ciego

Shangó es el rey de la religión Yoruba y uno de los Orishas más populares, pues simboliza la danza, la fuerza viril, los truenos, los rayos y el fuego, dueño de los tambores, el baile y la música. Es un orisha de fuerza, alegría y valentía.

Pero debemos recordar que Shangó también representa la mano de la justicia y no tolera las afrentas ni las injusticias.

Y es que cuenta la leyenda que él bajó a la Tierra cuando las personas habían olvidado las enseñanzas de Olodumare y fue enviado para proclamar los mandamientos de Ifá entre los humanos.

Además, a él Obbatalá le obsequió una cuenta blanca de su collar y le dijo que desde ese momento, su virtud sería la justicia y no la venganza. Desde entonces Shangó usa un collar de cuentas rojas y blancas y es un Orisha justiciero.

Pataki: Shangó y el ciego mentiroso

Cuenta este patakí que un día, el Señor del Trueno, Shangó, se dirigía en su caballo hacia un pueblo que no había visitado jamás y allí nadie sabía sobre él y sus poderes.

Shangó, rey de reyes, justiciero y reconocido por ayudar siempre a los más débiles, detuvo su montura casi llegando al pueblo, pues encontró a un pobre ciego que caminaba con mucha dificultad en dirección al mismo lugar.

El guerrero orisha le preguntó al hombre si iba de camino al pueblo, a lo que el interpelado respondió afirmativamente.

Entonces le dijo el Rey del Trueno, “dame tu mano y te subiré a mi caballo”, en un intento de aliviar la carga del desvalido.

Shangó montó al hombre en la grupa y así viajaron un largo rato hasta llegar al lugar deseado. Pero cuando Shangó ayudó al pobre hombre a bajar del caballo, grande sería su sorpresa cuando el ciego comenzó a gritar pidiendo ayuda.

  • “¡Auxilio! Me quieren robar mi caballo”, gritaba el ciego a toda voz.

Así, pronto los habitantes del lugar se arremolinaron alrededor de ambos y las fuerzas de la justicia no tardaron en llegar.

El engaño nunca perdura, la verdad siempre prevalece

El ciego le explicaba a los presentes que había sido él quien había recogido a Shangó por el camino y ahora este le quería robar lo único que poseía en el mundo, su caballo.

Muchos se conmovieron y comenzaron a pedir un castigo para Shangó. Uno de los soldados entonces le pidió que explicara sus acciones.

A lo que Shangó respondió:

  • “Si él dice que la cabalgadura le pertenece, yo creo que debería saber si es un caballo o una yegua”.

El soldado le pidió entonces al ciego que respondiera. Y este, tomado por sorpresa y pensando que nadie lo vería, tendió su mano buscando los genitales de la cabalgadura de Shangó para saber si era hembra o macho.

Así los presentes comenzaron a reír y regañaron al ciego llamándolo mentiroso, mientras que los soldados le devolvieron el caballo a Shangó.

En esta vida la mentira corre rápido, pero la verdad siempre la alcanza porque entre cielo y tierra no hay nada oculto, antes de recurrir a un engaño debemos saber que tarde o temprano será descubierto.

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