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Otura Meyi: Con la jícara de Saraeko, Shangó salva a sus hijos del osogbo

Shangó Otura Meyi

Shangó acostumbraba a visitar nuevas tierras cada día para así percatarse de los problemas y las necesidades que poseían sus hijos.

Pataki donde Shangó enseñó a sus hijos la importancia de honrar a Olofin y Eggun

En una oportunidad llegó a una región llamada Takue, lugar donde realizaban ceremonias religiosas sin darle conocimiento a Eggún ni a Olofin.

A su llegada encontró mucha necesidad y hambruna, los pobladores de esta región lo habían recibido tratándolo como a un extraño sin reconocer la estirpe ni los méritos del Orisha del fuego.

Hecho que sorprendió a Shangó, más este no dijo nada.

De regreso a Ara Male Shangó fue recibido como se merecía, por el pueblo religioso que lo esperaba.

Ñangare, el sagrado ritual para obtener la bendición de Olofin

Este observó que en su tierra se homenajeaban las buenas prácticas religiosas a través de una ceremonia llamada Ñangare, donde se rendía culto a los muertos y a Olofin para darle conocimiento de que una obra yoruba se realizaría.

Esta era precisamente la razón por la cual el pueblo era próspero y saludable, pues con este ritual obtenían la bendición de Olofin.

Shangó al ver la jícara de Saraeko decidió tomarla y en una obra de caridad llevar a la tierra de Takue los conocimientos religiosos que les faltaba para así hacerlos prósperos y cambiar con esta acción su suerte.

A su llegada fue recibido con la misma frivolidad que hacía unos días, más este no dijo nada ni se quejó.

Rápidamente se identificó con el pueblo mostrándoles la Jícara de Saraeko y al colocarla sobre un montículo de arena enseñó a los religiosos de esa zona:

La importancia de dar cuentas de sus actos ceremoniales a Eggún y a Olofin, quienes aguardaban el respeto que se merecían.

Honrando la palabra de Shangó se alcanza la prosperidad

Hubo muchos que subestimaron erróneamente las palabras de Shangó, pero otros en su defecto se mostraron receptivos hacia sus enseñanzas y al cabo del tiempo se vieron los resultados de la nueva costumbre.

Los religiosos que habían honrado la palabra de Shangó, el Orisha dueño de los tambores Bata, habían recibido muchas bendiciones cambiando su vida completamente.

Mientras los que habían decidido ignorarlo continuaban sumidos en el atraso espiritual y económico.

Con el Ñangare, Shangó entregó a los hombres la posibilidad de hacer las cosas bien y no violar ningún paso religioso.

Por esto cada vez que se realiza una coronación se realiza este ritual para dar cuentas a Olofin de lo que en el lugar está aconteciendo, permitiendo al padre otorgar su bendición sobre la persona y sus familiares.

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