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Rezo a la Virgen Blanca ¡Madre de Dios intercede y sé nuestro refugio!

Virgen Blanca

La Virgen Blanca o como también es llamada Santa María la Blanca, es una advocación realizada a la Virgen María, madre de nuestro Señor Jesucristo, su imagen es venerada alrededor del mundo, pero especialmente en España.  

El origen de su nombre se encuentra dado por la blancura del material con el que se hizo la escultura.

A través de este se representa la pureza de la Virgen, que puede asociarse a la Inmaculada Concepción y a la castidad de la santa, requisito al que debe su título.

El blanco a su vez representa la inocencia y la paz, virtudes por las cuales se lucha sean preservadas para hacer de este mundo un lugar mejor para las futuras generaciones.

Veneración a la Virgen Blanca mediante su oración.

Madre de Dios y nuestra madre, el corazón de Dios más amable, deleite de la adorada trinidad y digna de toda la veneración y ternura de los ángeles y de los hombres.

El corazón más parecido al corazón de Jesús, cuya imagen perfecta eres.

Corazón lleno de bondad siempre compasivo a nuestras miserias, digno de calentar nuestros corazones fríos y moldearlos a la semejanza del corazón de Jesús.

Infunde en ellos el amor de tus virtudes e inflámalos con el bendito fuego con el que siempre nos purificas.

En ti deja que la santa iglesia encuentre refugio, sé su guardián y su siempre dulce refugio, su torre de fuerza, inexpugnable contra los ataques de todos sus enemigos.

Sé el camino que conduce a Jesús, sé el canal por el cual recibimos todas las gracias necesarias para nuestra salvación.

Sé nuestra ayuda en la necesidad, nuestro consuelo en los problemas, nuestra fortaleza en la tentación, nuestro refugio en la persecución y nuestra ayuda en el peligro.

Pero especialmente te pedimos ayuda en la última lucha de nuestra vida, en el momento de nuestra muerte, cuando todo el infierno se desatará contra nosotros para arrebatar nuestras almas, en ese momento terrible esas horas tan oscuras de las que depende nuestra eternidad, entonces tierna Virgen haznos sentir cuán grande es la dulzura de tu corazón maternal y cuán grande es tu poder recibido de tu hijo Jesús.

Ábrenos a nosotros mismos en la fuente misma de la misericordia, un refugio seguro, para que un día nosotros también podamos unirnos a ti en el cielo para alabarte por siempre. Amén.

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