Cuando el mundo vivía sumido en un festejo sin fin, Babalú Ayé se encontraba de puerta en puerta celebrando con todos sin importarle otra cosa que no se relacionase con divertirse de forma desenfrenada.
Olofin al percatarse de esta situación le impuso como regla que el jueves debía reposar y que no podía violar esta regla sin importar la circunstancia que se presentara en su destino, pero este no les prestó mucha atención a las palabras de Olofin volviendo a retomar su vida de forma desorganizada.
Babalú Ayé ignora el mandato de Olofin y es castigado
Al llegar el jueves Babalú Ayé festejó, compartió lecho con una mujer y bebió hasta quedarse sumido en un profundo sueño.
Cuando el sol iluminó el cielo los ojos de Babalú Ayé no creían lo que observaba, pues su cuerpo se encontraba repleto de lesiones ulceradas, las cuales habían sido la materialización del castigo que Olofin le había enviado desde el reino de los cielos, en recompensa a su desenfrenado y desobediente comportamiento ante su mandato de respetar el día jueves.
El consejo de Orula y la miel de Oshún
Babalú Ayé se sintió perturbado ante su apariencia física y pidió a Orula el gran adivino de Ifá que lo ayudara a resolver tan penosa situación, este le recomendó que visitara a la Orisha Oshún pues esta con su miel podía socorrerlo.
La reina de la dulzura proveyó a Babalú Ayé con su néctar dorado y este emprendió un largo camino hasta el palacio de Olofin.
Una vez allí, comenzó a derramar la miel de la deidad por todas partes, Olofin quedó sorprendido ante el suave aroma de la sustancia dulce, el padre preguntó al Orisha de quien era esa miel, a lo que él respondió que desconocía su procedencia.
La búsqueda de la dueña de la miel
Olofin mandó a buscar a todas las mujeres de la tierra con el fin de hallar entre ellas a la poseedora de la miel, más no encontraba entre estas a la dueña de tan exquisito néctar.
En un momento de calma se percató que faltaba Oshún por ser interrogaba y dispuso que la trajeran a su encuentro, al conversar con Olofin este descubrió que la miel le pertenecía a esta santa.
Entonces pidió a la dueña de la miel de abejas que lo proveyera de tan delicioso néctar, Oshún le respondió que se lo daría si devolvía su aspecto físico original a Babalú Ayé, menester al cual el Orisha Supremo accedió con la condición de que Babalú redirigiese su vida por el buen camino.
Gracias a la mágica miel de Oshún Babalú Ayé recuperó su apariencia original y encontró su propósito en la vida, el cual se encontraba relacionado con brindar ayuda a los desvalidos.