Cuentan que Oroiña se había adueñado del mundo en sus inicios y todo lo destruía a su paso con el inmenso calor que desprendía. Y es que Oroiña es una energía de fundamento que representa el fuego universal y es también, el ancestro de Aggayú Solá, aunque algunos patakíes lo identifican como la propia madre del Orisha.
Pero también indican las leyendas yorubas que Oroiña, con la fuerza que le dio Olorun, fue quien hizo surgir la primera loma del fondo del mar y así fue que nació Oké, la tierra firme, en la cual el Dios Supremo Olodumare reunió a los Orishas y le señaló a cada uno su dominio y sus fuerzas naturales.
Oroiña, el fuego, el amor y la ira
Oroiña es la energía que representa los más fuertes e intensos sentimientos humanos y demuestra, asimismo, la facilidad con la que pueden construir y a la vez destruir lo creado. Así, representa el amor y la ira, el fuego purificador y el conocimiento intuitivo.
Se dice que Oroiña nació directamente de Olorun, el cielo, y está representada en la naturaleza en la lava del volcán y la energía calórica del centro de la tierra.
De esa energía nacen los terremotos y sus poderes forman las montañas, colinas y cordilleras. Como Orisha, se recibe con Aggayú Solá y no se pone a la cabeza de nadie.
El orisha y el centro incandescente de la tierra
Oroiña, como explicábamos, es la manifestación del fuego universal y el centro incandescente del globo Terráqueo. Es el foco central de la energía solar concentrado en Orisha Oko, Orisha representativo de la tierra.
El patakí cuenta que Olofin, al sentir el calor que se desprendía de Oroiña, mandó a Yembó a encerrarlo en el centro de la Tierra y por ello cuando un volcán hace erupción, entre las cenizas se escucha el aullido del Orisha, queriendo escapar de su confinamiento.
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