Con la creación del mundo surgieron sobre la faz de la tierra todas las diferentes formas de vida que conocemos actualmente, brotaron del suelo los arbustos y los árboles, llegaron las aves y anidaron en ellos y sucesivamente el resto de los animales, logrando vivir en armonía por muchos años.
Al paso del tiempo los árboles se encontraban disgustados, por lo que acudieron a casa de Orunmila el Oráculo de Ifá.
Esto con el fin de que este les ayudase a obtener más consideración por parte de las demás plantas y animales, pues estos creían que no habían merecido todo el respeto y el reconocimiento que debían por la labor tan importante que realizaban.
Orula marca ebbó a todos los árboles de la tierra
Orula les marcó la realización de un ebbó, ceremonia que no todos los árboles realizaron.
Posteriormente el gran adivino sugirió la realización de otro ritual que complementaría el anterior dándole firmeza a los beneficios obtenidos.
Esta nueva obra sería la encargada de proteger a los árboles de las brujerías.
Sugerencia que fue rotundamente rechazada por las plantas pues estas alegaban que ellas solo deseaban la consideración que ya habían recibido y que por ende no anhelaban ningún tipo de protección.
Olofin convocó sorpresivamente a Orumila a su reino a quien le explicó la tragedia que se vivía sobre la tierra donde todos los seres vivos humanos morían de forma inesperada mientras los árboles se encontraban indolentes a esta situación.
Entonces Orula decidió realizar un sacrificio para que la suerte del mundo cambiara.
Gracias a la madera de los árboles la humanidad fue salvada…
No conforme con la respuesta que había obtenido de Orula, Olofin requirió a Oggún para que lo aconsejara, este le prometió al Orisha supremo que solucionaría la situación de una forma más rápida y eficaz.
A su regreso a la tierra taló muchos árboles y con su madera elaboró caretas, dichas piezas le fueron entregadas a Olofin de su propia mano.
Pasado siete días Olofin convocó a todos sus hijos a su reino y comenzó a entregarles las caretas elaboradas por Oggún.
Entonces indicó que sonaran los tambores Batá para que los humanos bailaran con las máscaras puestas y de este modo las mismas fueran consagradas.
Una vez consagradas Olofin indicó que las máscaras debían ser colocadas en las entradas de las casas para que de esta forma los osogbos se quedaran en ellas y no afectasen a los humanos.
¡La desobediencia siempre se paga!
De este modo los árboles pagaron el castigo por su desobediencia, no sin antes ver realizado su deseo de reconocimiento pues gracias al uso de su madera la humanidad fue salvada.