La historia de la Llorona es una de las leyendas más populares y mayormente difundidas alrededor del mundo.
Esta muestra las penurias de un espectro que vaga sobre la tierra lamentando sus penas y cargando a cuestas la culpa y el desconsuelo de llevar consigo un corazón deshecho por la pérdida de un gran amor.
En Cuba se recoge una de las tantas versiones de la leyenda de la Llorona
En el caso de la Isla antillana se hace referencia a una mujer que contrajo nupcias a muy temprana edad con un soldado, del que estaba perdidamente enamorada.
Poco tiempo después este se vio obligado a partir en campaña militar hacia el campo de batalla.
Una vez allí, el sello del fin de sus días había quedado impreso sobre su frente justo cuando una herida de bala puso fin a su existencia terrenal.
Cuando la noticia llego a oídos de su esposa un viento frío atravesó su cuerpo y sin predestinación aparente su corazón quedó congelado del dolor.
Muchas personas afirman que a partir de ese momento la vida de la joven muchacha cambió para siempre.
La sonrisa que alumbraba su rostro desapareció de forma definitiva y ya nunca más se le escuchó reír, cantar ni tan siquiera hablar.
Al paso de los días dejó de alimentarse por lo que comenzó a perder peso, este suceso acompañado del marcado deterioro de sus hábitos higiénicos la condenaron a sufrir el desprecio y el rechazo de sus vecinos y personas más allegadas.
El espectro que anda en búsqueda de amor y consuelo
El río era el único lugar donde la recién nombrada llorona visitaba, para entre el canto de las aves, la complicidad de las plantas y el calor del sol recordar entre sollozos la inmortalidad del amor que en vida la llevase hasta la tumba, condenándola a convertirse en una muerta viviente.
No pasó mucho tiempo para que el cuerpo de la Llorona no resistiera la condena que por voluntad propia se hubiese impuesto en vida y falleciera.
Los que la conocieron aseguraron que su conducta se debía a un trastorno psiquiátrico desarrollado a raíz del duro trauma de perder a un ser querido.
Lo cierto es que el vagar de su espíritu en la búsqueda del consuelo que no le fue dado en vida, continúa hasta nuestros días visitando el río que en antaño fuese testigo de sus penurias.
A partir de su existencia se creó una leyenda en la isla caribeña la cual ha pasado de generación en generación siendo relatada en reuniones esotéricas y noches entre amigos, para infundir el terror o involucrar al espectro en alguna especie de pacto pagano a convenir.