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La leyenda que originó el Salto del Hanabanilla ¡Aguas que brindan amor!

Hanabanilla

Maroya era una india proveniente de una de las tribus que se encontraba asentada en la actual provincia de Cienfuegos, esta era afamada entre sus semejantes por su inteligencia y hermosura.

Esta bajaba al bosque colindante con el río todas las noches, en diversas ocasiones descendió desde la propia luna para bañarse en las frías aguas del Hanabanilla.

La historia de amor de la india Maroya y Arimao

Salto de Hanabanilla
Las cascadas conocidas como salto o saltos del Hanabanilla son las más altas de Cuba

Una noche de luna llena Arimao, un gran guerrero, la sorprendió mientras incursionaba en uno de sus baños.

El joven quedó flechado con la belleza de la doncella quien poseía una larga cabellera, que brillaba siguiendo el curso de las aguas del río.

Aquel joven hechizado por la hija de la luna, se le acercó proponiéndole amores, esta asustada por el asecho del intruso salió corriendo y se perdió en el bosque.

Arimao se propuso entonces conquistar su corazón y comenzó a acudir a su encuentro cada noche.  

Al llegar la luna Maroya descendía de esta y al más leve ruido salía corriendo.  

En una oportunidad el joven no pudo contenerse y se abalanzó sobre esta, Maroya asustada forcejeó con él preguntándole cuales eran sus intenciones.

La doncella suplicaba que no le hiciera daño, Arimao le contestó:

Daño no te haré, sólo quiero tu amor.

La india hizo múltiples intentos por escapar, pero el guerrero la abrazaba con más fuerza apretándola contra su pecho como si buscara fundir sus corazones en uno solo.

En un intento desesperado de huida, Maroya invocó a la luna y los jóvenes entrelazados comenzaron a ascender al cielo envueltos en un halo plateado.

De la cabellera de Maroya nació una leyenda

En el ascenso, la india fue dejando caer su cabello como rastro de su presencia en el río.

La cabellera, cayó entre las montañas, y se precipitó surgiendo de esta una gran cascada que desde entonces nombraron Salto del Hanabanilla, término aborigen designado para identificar a una pequeña cesta de oro.

El Hanabanilla, el río del amor

Desde ese entonces el Hanabanilla fue testigo silente del amor de Maroya y Arimao, por lo que es costumbre de los enamorados bañarse en las aguas de este río para lograr que su unión perdure para siempre.

Hace unos años los cienfuegueros piden a este río no solo amor, sino también dinero y buena fortuna, abonando para lograr su cometido diversas ofrendas a sus aguas:

  • Miel de abejas,
  • licores y
  • frutas maduras.

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