El Te Deum o Alabanza a Dios es una oración cristiana recogida en el libro oraciones y devociones.
Con este rezo el devoto se acerca al padre celestial para agradecerle por todos los favores obtenidos y le ruega muy particularmente por la salvación de su alma.
¿Cómo nos ayuda pedirle a Dios Padre?
Estos versos son un puente entre la emancipación de los pecados y el entendimiento de nuestras faltas, para que el Señor con su infinito amor nos guíe por el camino correcto hacia la gloria eterna de sabernos merecedores de su afecto.
La oración ocupa especial importancia a la hora de reconocer a la fe como un motor capaz de impulsar al mundo.
Y es mediante la oración el momento propicio para demostrarlo, con el fin de hacer un llamado espiritual al Rey de los reyes para que albergue en su corazón de padre nuestra gratitud y nuestro amor por su creación.
- Esta oración es libre de rezarse cuando el religioso sienta la imperiosa y simple necesidad de acercarse a Dios.
Te Deum: Alabanza a Dios de adoración y gratitud
A ti, oh Dios, te alabamos; a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo.
Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
A ti te ensalza la multitud admirable de los profetas,
A ti te ensalza el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia Santa extendida por toda la tierra te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo Paráclito.
Tú eres el rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana, sin desdeñar el
Seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino de los
Cielos.
Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
A quienes redimiste con tu preciosa Sangre.
Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
Sé su pastor y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos.
Y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.