Los llamados tambores batá en Cuba, representan el proceso espiritual de transculturación que se ha dado en la Isla desde la colonia y son también herencia de los ancestros africanos, ligados a la práctica de la religión yoruba en Cuba y a los preceptos de la Regla de Ocha.
La música de estos elementos es sagrada y está dirigida a establecer una comunicación con las deidades, para ello se debe realizar un ritual religioso dedicado a Añá.
Añá es la deidad que defiende y protege a los hombres en la tierra que viven bajo el manto de Olodumare y tiene además el poder de establecer mediante ellos la comunicación con los Orishas.
También llamada Anya, está relacionado con la madera de los árboles, y tiene la virtud de comunicarse con todos los Orichas, pues reposa dentro del tambor batá.
Añá, la música de la comunicación espiritual de los yoruba
Añá en la religión yoruba es quien informa a Olofi y a los orishas cuando hay un festejo en honor a ellos en la Tierra y que los humanos quieren comunicarse con ellos.
Tan importante es la música de estos instrumentos en la Regla de Ocha que los mayores dicen que los tambores no tocan, sino que «hablan», por la conexión intrínseca que establecen.
También los santeros deben ser presentados ante Añá luego de ser consagrados en la osha, pues solo así será reconocido ante los ojos de Olofin y podrá estar presente en los ceremoniales para rendir tributo a los orishas.
El papel de Añá y de los tambores Batá
Añá se puede comunicar con todos los Orichas con un toque diferente para cada deidad a través del llamado de los tambores batá, familia inseparable de tres tambores que de mayor a menor tamaño reciben los nombres:
- Iyá,
- Itótele y
- Okonkolo.
En la religión yoruba los Omoalañas o “sacerdotes de Añá” son los que tocan los batá que llaman al orisha en forma conjunta y hacen que se manifieste en la Tierra tanto en los festejos como en las honras fúnebres.
Los toques rítmicos van de acuerdo a las individualidades y comportamientos de cada deidad afrocubana.
Y cada toque atiende a un ritual preestablecido para los cantos y danzas que se efectúan durante la celebración religiosa del Oru de Eyá Aranlá (si se efectúa en la sala de la casa) y del Iban Baló (si se celebra en el patio) o en los ritos funerarios.